domingo, 12 de mayo de 2013

De ETA al PSOE: La memoria emocional de Esozi Leturiondo (III)


Gaizka Fernández Soldevilla, autor de “Héroes, heterodoxos y traidores”, (Ed. Tecnos. 2013), lleva el nombre de Mario Onaindia marcado en la piel de su historia académica como esa luz de la pintada de Galdakao, de hace tantos años, hecha ya pared. Antes de comprobar que en la Biblioteca Nacional lo más claro sobre el nacionalismo vasco era el vacío, nada que encontrar, ese navegante por la historia del nacionalismo y fundador de Euskadiko Ezkerra que era Mario se había convertido en vigía de la investigación. 
La obra de Gaizka F. Soldevilla no está editada por la Fundación, pero entre el también coautor de Sangre, votos, manifestaciones: ETA y el nacionalismo vasco radical, 1958-2011” (Tecnos, Madrid, 2012) y la FMO/MOF hay un hilo de admiración cordial e incluso generacional.
Se le notaba a Esozi Leturiondo, pequeña, enérgica, ante una mesa demasiado alta para todos y la bajo luz justa para ver el brillo de los ojos, esa mirada cómplice, con Gaizka a su derecha, bajo el cartel de una obra que le hubiera gustado editar a ella. Viuda de Mario (“Mi viudez ya está convalidada”, decía hace pocas semanas en Zoom News, entre agria y dolida), exparlamentaria socialista y presidenta de la Fundación que “no es un memorial a Mario, es la continuación de su obra como político, como intelectual y como persona”, creo recordar que dijo en aquella entrevista.
Con esa voz que intenta edulcorar a cada palabra, Esozi se soltó el pelo de las emociones y leyó ese “apunte a mano” que abría el acto.

Esozi Leturiondo: “Saber que no íbamos a gobernar nos hacía más libres y descarados”
“Con la edad se va desarrollando una especie de filtro, que en el fondo es un mecanismo de defensa, que consiste en mantener una memoria selectiva”, comenzó diciendo, para advertirnos que “nos acordamos de lo que queremos y yo tengo tendencia a recordar las constructivas, las que me hayan aportado. Por lo que, con todas las reservas, lo que voy a contar sobre EE es lo que yo percibo”. No quería “representar a nadie y, seguramente no aguante un contraste mínimamente objetivo” con humildad escrita, a sabiendas de que todos los que encogían la memoria en la butaca vivían la memoria a su manera, dispuestos a escuchar la narración de “una historia que es la suya”, como diría Gaizka después en las dedicatorias.
Esozi Leturiondo y Gaizka Fernández Soldevilla
Dijo que Euskadiko Ezkerra fue “un ensayo de superación de viejos enquistamientos que duró poco, entre otras cosas porque el peso de las tradiciones es grande. Visto el resultado y la duración del experimento, no se le puede calificar de éxito, pero tampoco de fracaso, porque en el intento, las personas sí nos transformamos, nos marcó y algo quedó en aquel colectivo, porque aún hoy en día, todavía me parece reconocible en personas dispersas por distintos sitios”. La huella de Euskadiko Ezquerra ha sobrevivido a las inundaciones, a las inmersiones en el olvido y los bandazos del poder. “Aportó un estilo, una manera de hacer y de estar distinta a los cánones clásicos, seguramente porque sabíamos que no íbamos a gobernar y, eso nos liberaba de la “responsabilidad del gobernante”, que a veces se convierte en una losa que impide tomar decisiones por la cantidad de cálculos políticos que nosotros ignorábamos, por lo que nos hacía más libres y más descarados. Todo esto era porque se perseguía más la influencia política que el poder”
“Para mí fue una escuela primaria donde adquirí una serie de principios que me han servido a lo largo de la vida, porque no hay que olvidar que éramos unos salvajes asilvestrados y bastante ácratas. Cuando me acuerdo lo sectaria que era, me da vergüenza”. Y a punto y seguido describió cinco razones que fueron lo que ella denominaba “los cimientos”, recordando que
1.     Que la violencia es una monstruosidad que lo encanalla todo
2.     Que la pluralidad y la democracia van unidas, son valores imprescindibles.
3.     Que las reglas de juego se respetan siempre.
4.     Que nunca se acaba de ser aprendiz de demócrata.
“Y, para terminar –dijo Esozi-, en mi caso al menos, tengo que decir que aquel viaje, mereció la pena”.

José Luis de la Granja (UPV): La mejor heterodoxia del nacionalismo
“Su ambición no era ocupar puestos, ellos representaban una propuesta visionaria, critica y por civilizar”, decía José Luis de la Granja, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad del País Vasco, hablando delante de ocho decenas de euskadikos, militantes o afiliados a Euskadiko Ezkerra, ex ”polimilis” o exetarras, a secas. De la Granja fue director de lo que en un principio fuera la tesis doctoral de Gaizka Fernández Soldevilla, como miembro recién llegado de esa segunda generación de historiadores vascos y, luego revisada y ampliada, convertida en libro, obra que él ha prologado.
La historia de Euskadi de los últimos cincuenta años transcurre por encima de lo que él denomina “una tragedi vasca”: primero la dictadura de Franco y otros cincuenta sobrepuestos de ETA, y esa es la sombra histórica que se despliega sobre la propia historia de ETA político militar, desgajados de ETA y de donde luego nacería el partido Euskadiko Ezkerra (EE). Hasta 1993, en que es absorbido por el PSOE, con sus cuadros y sus deudas.
“Como escribía Juan María Bandres, los euskadikos estaban condenados por la ortodoxia de la iglesia jeltzale, el PNV, que eran los moderados, frente a los protestantes de HB. Euskadiko Ezquerra era la heterodoxia frente unos y otros”. De la Granja opina que EE es lo mejor de la esencia heterodoxia junto a Acción Nacionalista Vasca (ANV), que luego se convirtió en un apéndice utilitario de Herri Batasuna hasta ser ilegalizado hace pocos años y de la historia de Euskadiko Ezquerra resalta la etapa desde la unión de EIA con el PCE, hasta la convergencia con el PSOE. Desde su dimensión real (un 10 por 100 del electorado vasco), EE fue la tercera vía del nacionalismo heterodoxo. Y todos coinciden en señalar, además de su peculiaridad organizativa interna, sus aportaciones a la democratización del nacionalismo vasco. “Los herederos de HB han necesitado 30 años para asumir la vía no violenta o decir que la asumen”, cerraba De la Granja, antes de afirmar que “ETA es la peor herencia que ha dejado el franquismo al País Vasco y la democracia”.

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