jueves, 31 de mayo de 2012

Puntos cardinales: Al Oeste, Portugal


Subidos en la muralla, el sol se va durmiendo poco a poco con luz cegadora y filtros rojizos o amarillos o granates o los grises de la bruma del rio que se deshace en un abrazo con el mar. Desde aquí aun se percibe el olor del otro lado de nosotros mismos, el de la Galicia mas inmediata y siempre mas lejana por tantos y para tantos. 

La sombra nos refleja en la bocanada de mar, en el acantilado de roca verde y las hendiduras de arena en esta mellada dentadura que es la costa. Desde aquí arriba el nordest es un viento que te empuja a unirte en esta escapada hacia un solo país, en este alejamiento de historias rotas, de futuros reintentados y aplastados como viejos de vida eterna, como enamorados condenados al muro de por medio, siempre escuchándose y sin verse nunca. 

La saudade es un sentimiento compartido, la añoranza de un presente imposible en una línea común llamada frontera, trazada sobre una hoguera invisible pero abrasadora que transcurre de norte a sur como una ruta de olvido.

Aquí arriba, sobre esta almena que nos defiende de nosotros mismos y donde los otros son tan iguales que parecemos uno, la geografía de las emociones allana los montes y el verde se extiende hasta confundir mar y tierras en un solo mapa, marcado a dentelladas.

Hace tantas primaveras... pero aun pegada a la piel llevamos el olor a sardina popular de aquella calle lisboeta de nombre Rocío y el organillo bipolar que acompañaba el insospechado quejío en fado de esa María de apellido Creusa, Faranduri, Pontes, Flores, Callas.... porque el nombre es lo de menos cuando la voz te estremece de esa forma. 

Calle abajo, hacia el mar, somos poco en esta riada de historias humanas y desconsuelos coloniales. Visto desde aquí arriba, en este oeste que es nuestro y tan ajeno es una tentación pedir la llave de la vieja iglesia de Saramago y rezar quedinho en este recuncho gallego, portugués, ibérico, punto cardinal en el que las fortalezas son lo que fueron, hijas del miedo, y nuestra vida cascotes de memoria entrelazados. 

lunes, 21 de mayo de 2012

La burbuja de Benigno el Valedor

Esperanza es antropóloga, nos conoce casi sin conocernos de tanto estudiarnos, a todos nosotros/as mientras estudia al ser humano, esa clase de animal que va definiendo cada día más su identidad cambiante. Ella dice que nuestros problemas actuales no tienen nada que ver con la economía, sino que, por primera vez en muchas décadas, tal vez siglos, hemos perdidos los referentes, o éstos han perdido valor, o no les concedemos el mismo valor, que todo viene a ser lo mismo. Y uno de esos principales referentes ya en nebulosa es nuestra condición de ciudadanos, el podio al que nos aupó la revolución francesa y desde el que hemos ido aprendiendo a hacernos a base de mezclarnos con ese denominador común: nuestro carácter de ciudadanos, que es un valor como el de estar vivos en medio del desierto.

Foto: La Voz de Galicia
El Estado, dice Esperanza con 80 años de vista atrás, va desapareciendo. Y, así, nos hemos ido convirtiendo a marchas forzadas en ciudadanos solos, acostumbrados como estábamos a que el Estado esté en el origen de esa identidad: el orden, la autoridad, la seguridad..., eslabones solos ahora con la referencia de la cadena ya perdida, desgranando grumo a grumo nuestra identidad, cuando tan básica es para poder establecer la convivencia. Nuestra soledad es nuestra mayor debilidad y nuestra falta de identidad como ciudadanos nos deja únicamente atributos sueltos.

Desaparece el paradigma, decía Esperanza, la identidad cívica adquirida hace tantos años y a través de tantos años, mientras nos descerrajaba en ese mismo diálogo la noticia de que un defensor del pueblo autonómico, el de Galicia, el Valedor do Pobo, Benigno López, hacía suyas las razones de este desbarajuste de los ajustes sociales a que nos ha llevado el ajuste económico. No es fácil admitir, si entender, que los desperdicios de la crisis económica de quienes dirigen o se benefician de tanto beneficio inaudito acaben siendo siempre el alimento de los dirigidos, de los menos beneficiados.


Hace meses, la nueva presidenta de Castilla - La Mancha, María Dolores de Cospedal decidió echar el cierre a la institución del Defensor del Pueblo de esa Comunidad, con el fin de ahorrar costes. Y, junto a ella, la Cámara de Cuentas. Ambas, instituciones dependientes del Parlamento autonómico, como en cada Comunidad Autónoma. Como cantaba José Larralde, "nadie salió a despedirme cuando me fui de la estancia, solamente el Ovejero, un perro. Cosas que pasan". Nadie, salvo un artículo del sindic de greuges catalán, salió a despedir esta larga etapa de defensores del pueblo cercanos a los ciudadanos, que multiplicaron la capacidad de proximidad y, con ello, la tramitación multiplicada de quejas sobre el funcionamiento de las Administraciones Públicas, responsables de la aplicación y desarrollo de los derechos ciudadanos. 

Al Defensor del Pueblo, Enrique Mujica, se le abrieron las puertas del cielo que tanto desea, porque con el final de su mandato se ponía fin a su guerra contra las competencias autonómicas de los demás defensores o figuras similares que los Parlamentos de toda España han ido creando en estos años y en este Estado de las Autonomías. Con dudas sobre si su origen parlamentaria ponía o no un pié en el espacio de los partidos políticos o venía a reforzar precisamente el papel de otras organizaciones de origen ciudadano y representativas de los intereses que sustentan el bien común, pero en el afán de abrir espacios de defensa y mayor solidez de esos derechos ya escritos y que el airee borra con tanta facilidad de cuando en cuando.

Acostumbrados a tener una figura interpuesta entre la impotencia de los ciudadanos y la prepotencia de las Administraciones, los defensores autonómicos llegaron a crear una burbuja de defensa de derechos que creíamos tan real como la del ladrillo, aunque en este caso Bankia/Mújica salgan triunfantes, porque, de nuevo, los ciudadanos vuelven a sus impotencias y los beneficiados a poner en limpio sus beneficios que otros, a buen seguro, pagaremos.

Pero no parecía que hubiese sido suficiente que el valedor Benigno apoyase una burbuja sin derechos mientras desaparece la burbuja de la crisis económica, porque, a grandes males...... el propio secretario general de los socialistas gallegos, Pachi Vázquez, salido triunfante recientemente de entre esa maraña de zarzales y navajazos locales que es el PSdG, proponía que, para evitar nuevos Benignos, era mejor, como hizo Cospedal, cerrar el Valedor do Pobo.

Lo que viene a confirmar la desaparición del paradigma allende Finisterre o allende la Cibeles, porque nada de ello, como decía Esperanza, tiene que ver con la economía. Es que hemos perdido los referentes y se nos van abriendo ya las costuras de esa malla que habíamos creado, mientras las tribunas se llenan de medias voces bienintencionadas, siseos sutiles sobre el avance de la crisis en el oído de quienes la comandan . Desaparece el paradigma, decía Esperanza, se volatilizan los valores, la identidad cívica adquirida desde hace años. 

Parece claro: Para entender a algunos hay que comprender que ellos no echan de menos esos referentes porque, a ciencia cierta, no llegaron a conocerlos.








martes, 15 de mayo de 2012

Los pies de barro de Europa

Cuando Abel Caballero, exministro de Transportes, Turismo y Comunicaciones con Felipe González y hoy alcalde de Vigo, se aburrió de la pelea partidaria socialista en Galicia, se retiró al monte y escribió varios libros. Abel es doctor en Economía por Cambridge, lo que siempre llevó a gala. Por eso no era fácil adivinar lo que escondía en aquella novela de trama histórica titulada "La elipse templaria" (2001), en la que se narraban las guerras entre la Santa Sede de Roma, Santiago de Compostela y los territorios centroeuropeos, con los templarios de por medio y como hilo conductor de esa intrigante historia.


En realidad, el exministro escribidor ya nos estaba narrando los antecedentes de esta pugna que algunos califican como la más moderna pugna entre capital y ciudadanía, los dos conceptos que se aliaron con el final de la segunda guerra mundial en aquel pacto de caballeros destrozado ahora por los primeros, un debate/pugna que venimos denominando crecimiento/austeridad, derechos/estabilidad fiscal y que no es una nueva batalla sino la reanudación de aquella que se paró cuando una mañana vimos el humo de los hornos crematorios o los cuerpos abrasados por una bomba nuclear.


Recortables

Ese ciclo de convivencia inspiró a la derecha política europea durante todos estos años y dio origen a las décadas de mayor progreso ciudadano, lo que siempre parecerá algo menor mientras lo sigamos llamando Estado de bienestar. La inspiró hasta que un outsider francés de apellido Sarkozy que quiso imponer su original grandeur y hasta que, con los calzoncillos arrugados en los pies por su propias flaquezas humanas y políticas, siguió las huellas de esta nueva Margaret Thatcher alemana, señora Merkel. 

Ludolfo Paramio, lúcido como siempre, decía que Merkel silbó a los lobos financieros para poner fin a esa etapa de entendimiento entre capital y sociedad cuando avisó que algunos países (Grecia, España, Italia, Portugal e Irlanda) podrían ser corderos sin redil ni lana para aguantar mucho tiempo las dentelladas de una crisis económica en cuanto se les exigiese atenerse alcanzar un nivel de déficit que no pudiera sostener sus delicados niveles de bienestar social. La guerra nueva contra la socialdemocracia se iniciaba así, marcando Berlín con bandera roja el primer lugar del ataque.
No parará esta guerra hasta que, como señalaba Paramio, la Europa de Merkel empiece a sentir que sus pies se hacen de barro, que los mares del sur europeo dejarán de ser su segundo mercado de preferencia. Y los lobos llegaron a Grecia para convertir en polvo de oro la salvación o la defensa de un país desde la ruina y el empequeñecimiento. 
Sarkozy ha arruinado su futuro en una batalla que le venía grande, por él mismo y porque Francia ya sufría dentelladas inesperadas de sus propios aliados. Y su mala estrella mató la grandeur francesa y le convirtió en un presidente muy especial: Sin reelección y sin capacidad para imponer, a la italiana, un primer ministro no democráticamente elegido, sino impuesto por la Unión Europea domeñada por Alemania.
Esta es la derecha que queda de aquella de postguerra que pactó el nacimiento de la socialdemocracia a cambio de su propio bienestar: Una derecha carroñera que quiere abrir el debate de la estabilidad desde la dependencia económica y financiera, ciudadanos acogotados y asustados además de gobernados a dedo. A esta derecha habría que unir el Partido Popular español, tan entregado en el afán reconversor, si no fuera una patética copia del malhadado Sarkozy y si no fuese porque todos ya saben que esto que la derecha española hila solo es ideología maltrecha con la que envolver a este país en aquel viejo ovillo de borra parda y bocas mudas.
Europa será socialdemócrata o no será, decía también dias atrás Juan Moscoso, economista y miembro de la ejecutiva socialista para la unión Europea. Volver a las bases de la socialdemocracia europea nos salvarán en su opinión de la quiebra ciudadana y económica. Hay que escucharle para comprobar que aquí, en España, ese debate de origen aquí no llega, aunque Moisés Nain hable de esa batalla crecimiento/estabilidad financiera como el gran debate del siglo XXI.
En realidad, estamos de nuevo más allá del final de la guerra, contra los templarios que abominaban del Vaticano, que auspiciaban una Europa diferente con contrapoderes frente a la omnipotencia de la santa sede. No hay cruzadas ya en el exterior, nuestro propio ruido nos dejó sordos sobre la primavera árabe, sobre la Europa de los derechos, sobre la potencia y creación de órganos mediadores más poderosos  entre los Estados, como el Consejo de Europa al que tanto citamos.
Y España pone la pica en Madrid, huye de la Europa ya creada y se une en el empuje de las ruinas. Rajoy es el rey del barro español del imperio Merkel que va derrumbándose, como lo quiso ser Sarkosy o Berlusconi y ahora Monti o Durao Barroso desde Bruselas. A Rajoy el barro le cubre ya las gafas pero sigue manoteando ese abanico ideológico de la contrarreforma, por eso contenta a Dolores Cospedal con un nuevo brazo de la Teresa contrarreformista para el próximo Jueves de Corpus toledano.

Solo un momento: Recortable


sábado, 12 de mayo de 2012

Madina en el master

Se coló a pie de caballo entre la cena del Master sobre liderazgo político y el inicio del curso sobre la socialdemocracia en el siglo XXI que se iniciaba en la mañana siguiente. Como si se hubiese planificado, justo en medio uniendo los dos temas, tan hablados y ya pendientes de reescribir. Lo dijo el mismo: hay que hacer una relectura de la socialdemocracia, recordar su origen, a quienes han trabajado por difundirla, a quienes contribuyeron a desarrollarla y a quienes la consolidaron en nuestro pais hasta convertirla en un bien común hasta el punto de que solo ahora los dinosaurios se atreven a saltar las rayas rojas con los Jaguar rojos que aparcaban en las aceras.

Madina, Edu para los más atrevidos, extendió su larga sombra por encima de la noche y cuando se empezaba a abrir la solapa del guión del curso nuevo, aun resonaba la frase de portada de la cena: educación, educación, educación... Tan lejos de aquel visionario que hablaba de programa programa programa. Educación y cohesión social. E I+D con un Harvard multimillonario por medio, para envidia o santo y seña de todas las universidades europeas, que ni todas juntas rascan ni importan lo mismo.

La socialdemocracia en tiempos de cólera parecía en su reflexión todo menos una duda de qué hacer, tanto que igual el curso sobre repensar la socialdemocracia era un tiempo inútil salvo la curiosidad de la moviola que traía cuanto se hizo, cuanto importaba, cuanto significó aquella primera idea de hace 80 años hasta ahora, que parece que no se sabe que hacer con ella. Mejor aun, que no se sabe que hacer sin ella.

Ronroneaba Madina de pequeño a la pequeña vecina de barrio cuando Rubial ya le decía aquello de antes todos éramos tan diferentes y sin embargo cantábamos la misma música con diferentes lenguas. Y lo contaba al hilo de tanto brinco inicial por llamar a arrebato a la socialdemocracia europea cuando ese "grave accidente de tráfico financiero" nos estalló en la pantalla de los telefidiarios, mientras la socialdemocracia europea quitaba la saliva a las cornetas que en otro tiempo despertaban a las masas.

Y ponía blanco sobre negro esta nueva transición de ahora que rompe los pactos entre capitalismo y humanismo que llevaron a tantas renuncias a contrapelo, y volvía a poner en la memoria a aquella Margaret Tachert de las novelas, que hoy en España seria una nueva beata o una nueva Teresa de Jesús destructora en vez de reformista frente a los reformistas actuales, hijos y nacidos de un hombre pequeño, un diablo menor. Educación y cohesión social, esa consigna que desde 1982, hace treinta años, un sevillano convirtió en bien común e irrefutable hasta para la derecha más derecha que se quiso llamar socialdemócrata en el estado de las autonomías y se empeñó en meter a sus sindicatos hermonos en la socialdemocracia sndical de la CIOLS, esa organización que tanto apoyaba a la vez que vigilaba y vigila el camino.

Educación y cohesión social en un país de 4000 dólares de renta per.cápita. Volver a colocar a España donde llegó después de la caída del muro, recomponer las lineas rojas sobre igualdad y libertad. Recomponer la relación de países en desarrollo humano de la ONU, que crece y crece ya sin España. Dejar de competir por ser el mejor farolillo rojo de la carrera, y educación y más educación.

La noche se extendía y parecía más clara la respuesta para el dia siguente, como una larga sombra desde la mesa de cenar hasta el aula del curso. Se hablaba de Euskadi, tan entre paréntesis después de que a ese niño mal criado del temeroso PP vasco se le escapase su famoso "ya no juego", tirando la pelota al patio del vecino, deseoso de tener el balón en campo propio para aprender a regatear en vez de rajarlo como solía.

Faltaron fuegos artificiales, decía con la boca pequeña, sabedor de que el final de este paréntesis de ahora con Patxi a la cabeza es un enorme pero hermoso interrogante para esta España ya sin dictaduras franquistas ni ensoñaciones asesinas, tan humillantes ambas como inservibles para los hombres ni los países.

Antes de irse, a punto del primer año sin edad del 15M, anunciaba su miedo a que lo que no queremos porque no nos gusta, sea lo que otros quieren que no exista, a que cuando queramos darnos cuenta hayamos perdido la oportunidad de crecer sin haber amaestrado los zapatos.

Sin cólera, Madina, Edu para los más atrevidos, acomodó la camiseta en los hombros y nos dejó buscando el significado de lo evidente: que la socialdemocracia es perfectible, como mejor valor; que lo que no es mío si es de alguien para anularlo y que la paz de Euskadi es, especialmente, de quienes la buscaron a pecho descubierto.

martes, 8 de mayo de 2012

Solo un momento: Euskadi, un cierto olor a pescado podrido

En los mercados de Abastos más rancios y en las lonjas de subasta tiene su origen la frase "ya está todo el pescado vendido" y nosotros hemos hecho propio el dicho y lo hemos trasladado a la vida común como sinónimo de algo que se acabó. Sin más trascendencia, porque todos nos entendemos. 


La  aplicación de esa frase como cierre de un gobierno de facto bipartito tiene más significado de lo común: implica el final de algo, pero la diferencia está en ese algo. No es igual pasar la manguera por las cajas vacías de la morralla que traen los barcos que anunciar en una emisora de radio el paso de hoja del autogobierno vasco en los tiempos que corren. 

Posiblemente, Basagoiti, tan dado a la francachela, ha equivocado el lenguaje. Pero, más seguro aún, se ha equivocado de mercado. Confundir una caja de sardinas en el suelo al estilo tangerino con las descargas de barcos en la lonja no es solo un error de visión. Es, sobre todo, una declaración de cual era la intención con la que se iba a ese mercado: vender en la puerta, bajo el eco de otros que anuncian el producto,y recoger rendimientos rápidos, sin mucha preocupación por cuándo y cómo fuese el final.

Cuesta creer que Rajoy no supiese de manera anticipada la decisión de abandonar a su suerte el barco socialista en Euskadi, en el que unos han pilotado mientras el PP marcaba rumbo con luces de faro intermitente, a buen resguardo en puerto. Tampoco importa mucho que tuvieran igual punto de vista Rajoy y Basagoiti. Los modos son comunes y a veces es el hábito quien hace al monje.

De esta peripecia de insultos, desplantes y ninguneos con el lehendakari Lopez lo más grave no es que el PP de Euskadi sigue la ruta de Madrid, si alguna vez dejo de hacerlo. Lo verdaderamente importante es que se equivocó de mercado en el que poner el verdel a la venta. Confundir un mercadillo de sábado en la explanada con el mercado central que juega a futuro es un error con consecuencias. El margen de beneficio es magro -por eso Rajoy ha dicho hasta aquí llegaste- y el fracaso personal como vendedor es impresionante vista la cuenta de resultados electorales. En este caso, la crisis económica arrastra una víctimas en las filas del PP.

Sin el duo Basagoiti/Oyarzabal apoyando y conciliando, el PSE-EE es el mismo y, a la vez, más, al haber conseguido por segunda vez en la historia conformar un gobierno socialista a en Euskadi. Su visión y apuesta por un marco tan complejo como es el presente y el futuro de Euskadi siguen ahí, como reto especial para los socialistas y para todos también. Sin embargo, el PP sin la colaboración con el gobierno socialista, no es nada en el juego de acuerdos de hoy y de mañana. Parece claro que Basagoiti se equivoco de mercadillo y de patrón de su propia nave. 


Al cierre, solo queda en el hormigón del suelo el nauseabundo olor de las cajas sin limpiar y ratas de mercado merodeando. La manguera, por favor. 

lunes, 7 de mayo de 2012

Entiende Basagoiti

Foto Europa Press
Se podría entender que la mejor evidencia de que Euskadi empieza a recibir aires de normalidad no son los empellones políticos del PNV, tan preocupado por recuperar el bastón de mando que la política supo retirarle de la mano en un descuido muy propio de los soberbios, que olvidan otras opciones que no sean las propias. Que no lo es tampoco el ejercicio del poder democrático por los hasta hace poco innombrables y no por eso inexistentes, los herederos de Batasuna, pese a esa sorprenden batalla interna que mantienen por hacerse con la propiedad intelectual sobre su origen y ese modelo de gestión militante puerta a puerta. Ni tampoco es especialmente significativo que el AVE vuele raso por tierras vascas, que circula por la vía que los tiempos y el desarrollo marcan pese a las crisis económicas.

Sería mejor entender que las más destacada evidencia de que esa normalidad social y política va avanzando es que el Partido Popular que en Euskadi presidente el Sr. Basagoiti haya anunciado que es tiempo de poner punto final, no punto y aparte, al pacto que, en su opinión, sostenía el gobierno monocolor del PSE-EE que preside Patxi López desde hace tres años.

Entiende Basagoiti (valga la frase en memoria del admirado Antonio Tabucci) que es hora de dejar caer el gobierno socialista de Euskadi, cuando en Andalucía se consolida de nuevo un gabinete PSOE participado por Izquierda Unida y el PP busca un hueco de futuro para el trivencido Arenas, padre y amigo de tantas gentes y cosas en la historia y el presente del PP nacional. Porque entiende Basagoiti que si Andalucía reclama la confianza y derecho al propio autogobierno incluso en tiempo de tempestades económicas, no es sostenible que también Euskadi se sume con recursos de inconstitucionalidad a la aplicación de las medidas decretadas por el Gobierno de Madrid. Es comprensible que entienda que el apoyo al gobierno socialista de Euskadi es un apoyo indirecto a la rebelión en la granja autonómica, donde quien más manda es quien más trigo reparte.

Es de entender que el lider del PP vasco no quiera ser la causa de la estabilidad frente al descrédito alcanzado por el Gobierno de Rajoy en tan solo 100 y pocos dias, aunque eso ponga en entredicho ese halo de racionalidad y respeto que se había granjeado entre diversos ámbitos sociales y mediáticos. Entiende ahora Basagoiti que rezar ante el cristo de Medinaceli y poner velas en Begoña no es compatible para los intereses mayores, aunque haya que buscar aquello que el maestro Teófilo Marcos denominaba coartadas de comunicación, como la de que el PSE-EE se ha unido a los desunidos ex-innombrables para avanzar en el autogobierno y a convivencia, teniendo tan a mano al PNV para no tener que asustar a nadie, ni siquiera a la derecha económica en su conjunto que observa con lupa los pasos de este gobierno de tres años.

El amor se acaba también de no usarlo, que sería el mejor resumen de estos tres años de incertidumbre. Por eso hay que entender a Basagoiti y su desorientación porque en casa hayan puesto punto final a su aventura particular.

Pero, al final, la sociedad entenderá que es peor un gobierno de mantenidos, a la vieja usanza tan española, que un tiempo de impulso en solitario. Incluso para decidir la mejor fecha para ir a votar, sin ataduras basadas en un relato de incertidumbres y violencia.

Basagoiti entiende también, seguramente, que la sociedad vasca es adulta para reconstruirse en libertad y sin guardaespaldas políticos.

miércoles, 2 de mayo de 2012

Mayor Oreja y el pabellón del odio

Mi hermano mayor ya no vive en estado de excepción. Mientras tantos apostábamos por la democracia casi con pantalón corto aún, mi hermano transitaba sin querer por Zaráuz mientras su hijo nacía en Madrid sin poder estar él presente. Era la situación personal derivada de la suma de dictadura, muerte y estado de excepción. Hoy, la vida nos ha intercambiado la geografía y el tiempo parece haber puesto fecha al final de la violencias y todos, ya con pantalón largo y vida menguante, ansiamos la normalización, o la instauración de una vida en común con una Euskadi común, ideas tan antiguas, tan llenas de telarañas, que casi las habíamos olvidado. Tal vez descubrir que detrás de la niebla hay esperanza sea el mejor significado de ese comunicado de hace meses (tan pocos en realidad que parece ayer, tan pocos por deseado que parece un año) en el que ETA anunciaba su renuncia al mayor axioma de toda su historia: defender con muerte las ideas propias de vida.

Como en un punto y seguido, que permite tomar aire para seguir leyendo, en Euskadi y España preocupa cómo avanzar por los párrafos de la historia común  que hay que continuar escribiendo, sin que el relato, que diría el lehendakari, sean tiempos, palabras y futuros distintos y dispares. Por eso se concede tanta importancia a ese mojón en el camino que significa el comunicado de hace meses aunque se espere un paso más, o tres, hasta que diferir no sea delito ni causa de condena a muerte, hasta que convivir sea andar por la misma acera sin cambiar de calle. Por eso se reclama con igual fuerza que se aplique la ley con toda su intensidad y con igual equidad. Que se acaben las políticas excepcionales cuando en la mano se tienen normas que no cobijan lo excepcional.

Mi hermano mayor ya tiene nietas de aquel primer hijo que no vio nacer y entre aquel entonces y hoy la vida se estrecha en una sola línea con una sola palabra: política. Gestionar la realidad en base a las leyes y no la interpretación de excepcionalidad que se le desee dar también en nombre de la política.

Las cárceles españolas han recluido a aquellos que no se querían llamar presos comunes pero pocos reconocían como patriotas armados. La Ley ha contribuido a que esos que ya no les quema el arma en las manos y si la conciencia pasen a la situación de presos comunes sin excepcionalidades, a pura ley. La derecha española que gobernó y la que gobierna ya probó el sabor agridulce de la política cuando la ley obliga y pasó esa prueba con discreción, oportunidad y paz interna.

No se entiende por eso la reacción reiterada, tan conocida como las telarañas que nos escondían el futuro, de Mayor Oreja, que tan bien decía conocer la geografía social, política y sentimental vasca. Sólo la oportunidad de los espacios internos de la derecha española parecen alentarle. Y solo esa razón parece sostener su opinión de que el pabellón del odio se mantenga abierto, como si no recordásemos que justamente la ley es la que nos ayuda a diferenciarnos de las alimañas.

Mi hermano mayor aún recuerda aquella distancia casi imposible entre Zaráuz y Madrid, pero vive con satisfacción la rapidez con que aquella sociedad es sólo un recuerdo que no conviene olvidar, sin que ese recuerdo nos impida revivir, de una vez, esa normalidad que tal vez nunca existió.