lunes, 14 de mayo de 2018

CATALUNYA: QUIM TORRA PIENSA COMO UN NAZI. ¿Y QUÉ?

  • El albacea del honorable Pujol no tendrá despacho ni poder en la Generalitat.
  •  La CUP ha hecho más por Ciudadanos que el propio Partido Popular de Catalunya
  • El fugado Puigdemont le da seis meses a Rajoy para hacer política en Cataluña y abrir las cárceles

  • Vamos a quitarle el cargo en la Generalitat. Digamos, por entendernos mejor, que Quim Torra es el nuevo president de Catalunya, porque a veces se nos olvida que, bien llevada la cosa, quien dirige la presidencia del gobierno autónomo es el presidente de esa Comunidad autónoma, tenga carácter de nacionalidad o no según determina la Constitución. No es un matiz. En nuestro país existen presidentes que ejercen de notarios portavoces de la gestión de su equipo y otros que se dejan la piel para hacer ver a sus vecinos que el poder está en su persona, por decisión democrática, aunque el partido que le puso sea una grillera. En Castilla-La Mancha hubo quien mandó y quien le hubiera gustado mandar, ambos del mismo grupo político. Lo hemos comprobado de cerca.
    SUCESORES FIELES, NO LEALES
    Lo de Catalunya no es reciente. Aunque todo nos parezca un terremoto político, Quim Torra debe su elección como presidente de la Generalitat a Artur Mas y a la CUP (anarquistas y otros anticapitalistas), aparentemente en las antípodas uno de otros.  La Generalitat se ha convertido en la perla de la corona que muchos quieren conquistar, una vez muerto políticamente Jordi Pujol, que era quien mandaba en todo, como vamos sabiendo. Todo hubiese ido sobre ruedas si el primer president de esa cadena de errores sucesorios, Artur Más, no hubiese querido apartar al honorable Pujol con un protagonismo que nadie le había exigido y o saber negociar con Madrid la solución de los problemas, como siempre hacen los nacionalistas, con el contravalor de los votos. Le hubiera bastado con mantener el poder, controlarlo de cerca y alimentar los compromisos políticos y sociales.
    Mas perdió el apoyo de su mayoría inamovible porque la crisis y los recortes fueron antes que los de Rajoy, en una sociedad en la que el bienestar no era solo la lengua y otras tensiones internas no salían a flote como lo hicieron después. Por eso perdió el poder Artur Más y recibió el encargo de buscar a un sucesor fiel, que no leal. Desde entonces, la estrategia nacionalista catalana, como todas las otras, fue sustituir las banderas catalanistas por las más radicales, sin perder de vista a la CUP. El discurso ha salido de la caverna nacionalista y Puigdemont era la voz de su amo, el poder que aupó a Mas.

    LA SOMBRA DEL NAZISMO EN EL PALACIO DE SANT JORDI
    La noticia la ha acaparado Puigdemont durante muchos meses, pero él solo ha sido, y sigue siendo, el  muñeco que cae redondo si Mas le retira la mano de la espalda. E importa poco quién sea ahora el sucesor de Puigdemont, del que se dice que ha ungido heredero a un independentista radical, separatista y xenófobo, calificado como nazi a la vista de sus escritos, que reflejan su manera de pensar. Que haya obtenido el apoyo de la CUP para ser elegido, vía abstención, era algo obvio, porque el engarce del poder nacional catalán se une por en los extremos por la lengua y la secesión, aunque parezca contradictorio: Fue la CUP la que consiguió derrocar a Mas/Pujol a lomos de una crisis social y poner en marcha la trituradora partidista de la derecha catalana.
    La CUP ha hecho más por la aparición de Ciudadanos que el propio Partido Popular. Como nadie sabe hacia dónde va la estrategia de la CUP, salvo por ese manido “cuanto peor mejor”, la quiebra de esa relación no se ve en el horizonte. De todo este ese conglomerado nacionalista, a nadie le preocupa la crisis social, la actual y la que se avecina en Cataluña, como anuncia el senador y expresidente de la Generalitat, Montilla, quien afirma que estemos atentos al horizonte de unos años más, porque lo que ahora ocurre parece un accidente, pero será decisivo para que Catalunya pierda lo que fue.
    Si Quim Torra es un nazi, lo descubriremos cuando ejerza como president, aunque nadie se juega un duro porque su presencia vaya más allá del mes de octubre. Ni siquiera su padrino Puigdemont lo cree en público. Torra se descubrió a si mismo en unos restos arqueológicos descubiertos en el Mercado del Borne, una instalación histórica convertida en centro cultural que el gerenciaba. Desde ese día supo que Catalunya tenía una historia propia que había que defender, no amurallados como en Numancia, sino ocupando las estructuras civiles. Igual que Mas, vaya. Ese es su currículum, junto a su beaterio y su activismo catalanista desde Omnium, el nido donde crecieron todos esos gorriones calentados por el dinero de la estelada.

    TORRA: EL SEMESTRE NEGRO
    No fue lo peor su discurso de investidura en el Parlament de Catalunya. Como dijo el portavoz del PSC-PSOE con acierto, su problema es la dignidad con que quiere acceder a ese cargo: el desdén y la soberbia excluyente. Torra es un relato corto de una vieja historia que le sobrepasará en trascendencia y en un futuro inmediato. ¿Por qué “calentarse” con sus viejos mensajes y escritos de la peor y más inculta escuela?.
    Artur Más -y a quienes sirve- necesitan alguien que haga ruido, mantenga el nivel de confrontación porque la estrategia es ganar tiempo para que la CUP deje de ser decisiva y que el PP rinda los presupuestos y abra las celdas. Después, con el beneficio recuperado, los gorriones volverán al nido. Pujol se reirá entonces de tanta escenificación, recordará lo que es ser presidente de Catalunya y paseará plácidamente a la sombra del esquilmado Palau, convertido de nuevo en honorable.

    ETA Y LA TERCERA PERSONA DEL VERBO


    ETA anuncia su disolución en vísperas del cónclave nacionalista en el País Vasco francés
    -       La muerte súbita de la banda terrorista 
    -       La izquierda radical abertzale se quita las espinas de su pasado violento para crecer electoralmente

    La historia de los últimos 60 años del País Vasco siempre ha encontrado una dificultad insuperable: identificar el verbo, la acción, el motivo histórico al que se refiere la historia, porque la historia real y la leyenda tienden a confundirse; la tradición vale para sustentar hechos no reales o para desvirtuar otros menos convenientes. Más aún en los últimos años, porque en este tiempo la verdad es el resultado de la insistencia, aunque el verbo no sea parte de la verdad. Con esa dificultad se han encontrado quienes vienen hilvanando el relato del más de medio siglo en el que ETA ha sido el lado más oscuro del País Vasco y de una parte de la historia general de España.
    El comunicado de la organización terrorista ETA hecho público este miércoles intenta rentabilizar el fin de esa historia oscura, pero el anuncio de su disolución es un error en el contexto político y social de Euskadi. El verbo disolver fue importante mientras se esperaba que lo hiciera. Ahora, su desaparición formal no tiene importancia alguna porque hace más de dos años que su existencia ya no cuenta. Hoy día, la política en Euskadi no se hace con la utilización interesada de la amenaza de atentados, sino con votos de apoyo al PP en el Gobierno español y las correspondientes y exigentes contrapartidas del PNV.
    EL ERROR DEL VENTRÍLOCUO
    Con todo, el mayor error ha sido volver sacar a ETA de su propia inexistencia como motivo principal en la estrategia de la izquierda nacionalista. La misma izquierda que fracasó en el cónclave de Ayete (San Sebastián) en su intento de ampliar su presencia y apoyo hasta espacios políticos más moderados que el de Herri Batasuna (hoy EH Bildu). La presencia de mediadores de la nada internacionales no sirvió para que ese resto de ETA anunciara entonces su disolución. El fracaso de ese acto dejó a la izquierda abertzale donde estaba y a los presos en las cárceles.







    No es ETA la que necesitaba visualizar su existencia, sino el nacionalismo en su conjunto: quienes hablan ahora (EH Bildu) en nombre de unos terceros invisibles  y “los otros” que crecieron sobre el miedo del suelo convertido en votos (PNV, Eusko Alkartasuna y LAB fundamentalmente).
    El lenguaje con el que se anuncia la disolución de ETA es otro error que pasará a la historia. En ningún momento es ETA -tal como la entendemos- quien escribe. Son otros los que comunican que ETA ha decidido desaparecer, en un recorrido que salta de la primera a la tercera persona del verbo, proclamando una inequívoca relación entre unos y otros. La misma vinculación que se pone en evidencia al producirse la coincidencia entre el anuncio de la disolución y la celebración del “nuevo encuentro de Ayete (San Sebastián)” dos días después, pero Cambo, en el País Vasco francés. Ese segundo escenario será el comienzo de la estrategia electoral de la izquierda abertzale, a un año de las próximas elecciones generales.
    La confusión sobre la persona del verbo deja pasar la idea de que la acción de ETA era iniciativa política y que ésta pasa ahora a ser responsabilidad de esa izquierda social que los ha acogido desde la clandestinidad o la cárcel, aunque darle valor de estrategia política al terrorismo reciente sea un eufemismo propio del mejor fascismo.
    MATAR AL PADRE
    El plan cómplice se extiende por toda la declaración desde su inicio y, más allá de las palabras escritas en nombre de la banda, la parte más intensa es la dedicada al futuro. EH Bildu y Arnaldo Otegui a su cabeza necesitan un discurso ”limpio de ETA” con el que comparecer a las elecciones. El encuentro del día 4 será el “escenario 2” después de Ayete, al que seguirán otros con un contenido y objetivos claros, y esta es la parte dedicada al verbo “actuar”.
    La reclamación de amnistía será, de una parte, el objetivo y la razón para la presión para conseguir la movilización en la calle y el acercamiento de los presos de ETA a Euskadi, con un PP entregado al PNV hasta las próximas elecciones generales y Otegui despojado de las espinas de la historia. Pero será el lehendakari Urkullu (PNV) quien se pondrá esa medalla antes de que se aproxime la fecha de citadas elecciones generales. De otra parte, EH Bildu quedará absuelta incluso por el PNV de su complicidad con ETA y dará paso a una confrontación abierta con la derecha nacionalista para achicar su distancia en votos y, a la vez, anular el posible crecimiento del equívoco Podemos vasco. La pugna sindical entre ELA y LAB por el protagonismo sindical este pasado 1 de mayo y en las empresas vascas no es nueva, pero las banderas respectivas ondean cada día más calientes.
    En su despedida, ETA y quienes escriben en su nombre dejan libre el camino a que los presos críticos con la organización decidan sobre su futuro personal, en un acto de generosidad en el que los etarras “hacen de la miseria virtud”, al igual que los otros hacen virtud con la miseria de esta anunciada desaparición de ETA.



    Exilios (la independencia errante)

    Si se pudiese leer completa la “hoja de ruta” que el nacionalismo de  Catalunya elaboró para buscar la independencia de su “país” sabríamos si el viaje a ninguna parte del presidente catalán cesado era algo previsto. Tendremos que conformarnos con el resumen amplio que un diario nacional publicó y que, por lo ya ocurrido, ha ido cumpliéndose a rajatabla.
    Para conseguir esa fidelidad al guión ha sido necesaria la proactividad de la Generalitat y el abuso de la mayoría parlamentaria de que disponían los nacionalistas en un Parlament fenecido en brazos del artículo 155 de la Constitución. Y también la inacción de un gobierno, el del PP presidido por Mariano Rajoy, que vio aparecer la luna llena creyendo que era el sol y sin darse cuenta de que era una luna vieja; como si no fuese con él lo que ya inquietaba a toda España: la maniobra ilegal en el Parlament de aquellos infumables días del lejano septiembre. Finalmente, se hizo la luz por el Parque del Oeste y el Palacio de la Moncloa se estremeció.









    Todo lo demás ya es conocido, lamentablemente conocido. Como lamentables son los daños colaterales, la desconfianza que el discurso del PP como partido ha ido generando en todo este tiempo, en contraste con su silencio desquiciante como gobernante. Aún resuenan los comentarios sobre la aplicación de un 155 a la autonomía de Castilla-La Mancha. Todo, mientras Moncloa intentaba sacar adelante la aplicación de la Constitución como un médico sin título, rodeado de ayudantes consternados dispuestos a construir un supositorio legal a partir de una básica y antigua receta, porque no estaba previsto tener que aplicarla nunca.

    Cuesta creer que los independentistas irredentos no hubiesen previsto que su provocación a la soberanía del Estado tendría respuesta. Tarde o no, el 155 salió del Senado hasta el corazón de la duda y las contradicciones del nacionalismo. El escenario creado era el esperado. Pero la medicina tuvo un efecto más rápido del previsto. La Catalunya oficial se ha ido encargando de ensordecer el quejido nacionalista cuando el impacto del 155 llegó. En mayor o menor tono, y pese a las desconfianzas que provoca el componente ideológico popular, se había pasado la hoja, a la espera de cual fuese el relato del Govern y su president, Carles Puigdemont.
    El ovillo de la República catalana ha tenido pocos metros y todo hace pensar, aunque hay quien opina la contrario, que la salida belga del ex-president más parece obedecer a sus responsabilidades con anteriores votaciones que con la declaración más reciente de independencia, según la imputación planteada por la Fiscalía General del Estado contra él y otros consejeros de su gobierno. En ese viaje de tantas estaciones ocultas e inesperadas de la República ansiada, el viaje a Bruselas de la mano de ultraderechistas valones deja sobre la mesa la convocatoria de elecciones anticipadas, las que Ciudadanos reclamaba como el maná que necesita en Madrid. Pero el breve plazo para celebrarlas (el dia 21 de diciembre) no estaba en el guión, en esa hoja de ruta de los independentistas.
    Acabe donde acabe Puigdemont y sus consejeros y consejeras huidos, cinco en total, en Barcelona el nacionalismo más radical se piensa si prestarse o no al juego electoral marcado por el Senado; y los más moderados ya han confirmado que estarán allí, en las calles y delante de las urnas, las de verdad. Desde Bélgica, el president catalán cesado por Madrid vivirá otro modo de exilio: ver cómo Ezquerra República le saca la mano de la espalda, que le hacía moverse a él, para dirigir su propia orquesta. El líder republicano ya anunciaba decisiones increíbles y difíciles en los próximos días. Oriol Junqueras seguirá moviendo los hilos aunque ahora le toque dar un paso al frente y hablar directamente, no a través de una suerte de ventriloquia que encumbró a Puigdemont a donde nadie le esperaba.
    Es difícil ganar unas elecciones desde el exilio, aunque sea voluntario, aunque te pongan en cabeza de lista y pese a que te declaren en rebeldía. El País Vasco ha vivido situaciones similares y los resultados ya son conocidos. Por eso la nueva apuesta del huido se asemeja a los consejos de suicidio para otros que hemos leído en las novelas. Sentiría que la nueva etapa catalana deje en el limbo a Carles Puigdemont, aunque solo sea porque la lealtad es un valor pero, como las brevas, es un fruto que madura lento y se pudre pronto.
    Los nacionalistas quisieron, quieren, ocultar su presente con una República minoritaria, una bandera “estelada” que es de los antisistema más radicales (la CUP) y exiliar a la mayoría de los ciudadanos de Catalunya de su propio país, aunque fuese por unas horas. Nada hay peor que despertar la dignidad del “extraterrado” del que hablaba Mario Benedetti. Ojalá sea para bien. El 21D lo veremos.