lunes, 14 de mayo de 2018

ETA Y LA TERCERA PERSONA DEL VERBO


ETA anuncia su disolución en vísperas del cónclave nacionalista en el País Vasco francés
-       La muerte súbita de la banda terrorista 
-       La izquierda radical abertzale se quita las espinas de su pasado violento para crecer electoralmente

La historia de los últimos 60 años del País Vasco siempre ha encontrado una dificultad insuperable: identificar el verbo, la acción, el motivo histórico al que se refiere la historia, porque la historia real y la leyenda tienden a confundirse; la tradición vale para sustentar hechos no reales o para desvirtuar otros menos convenientes. Más aún en los últimos años, porque en este tiempo la verdad es el resultado de la insistencia, aunque el verbo no sea parte de la verdad. Con esa dificultad se han encontrado quienes vienen hilvanando el relato del más de medio siglo en el que ETA ha sido el lado más oscuro del País Vasco y de una parte de la historia general de España.
El comunicado de la organización terrorista ETA hecho público este miércoles intenta rentabilizar el fin de esa historia oscura, pero el anuncio de su disolución es un error en el contexto político y social de Euskadi. El verbo disolver fue importante mientras se esperaba que lo hiciera. Ahora, su desaparición formal no tiene importancia alguna porque hace más de dos años que su existencia ya no cuenta. Hoy día, la política en Euskadi no se hace con la utilización interesada de la amenaza de atentados, sino con votos de apoyo al PP en el Gobierno español y las correspondientes y exigentes contrapartidas del PNV.
EL ERROR DEL VENTRÍLOCUO
Con todo, el mayor error ha sido volver sacar a ETA de su propia inexistencia como motivo principal en la estrategia de la izquierda nacionalista. La misma izquierda que fracasó en el cónclave de Ayete (San Sebastián) en su intento de ampliar su presencia y apoyo hasta espacios políticos más moderados que el de Herri Batasuna (hoy EH Bildu). La presencia de mediadores de la nada internacionales no sirvió para que ese resto de ETA anunciara entonces su disolución. El fracaso de ese acto dejó a la izquierda abertzale donde estaba y a los presos en las cárceles.







No es ETA la que necesitaba visualizar su existencia, sino el nacionalismo en su conjunto: quienes hablan ahora (EH Bildu) en nombre de unos terceros invisibles  y “los otros” que crecieron sobre el miedo del suelo convertido en votos (PNV, Eusko Alkartasuna y LAB fundamentalmente).
El lenguaje con el que se anuncia la disolución de ETA es otro error que pasará a la historia. En ningún momento es ETA -tal como la entendemos- quien escribe. Son otros los que comunican que ETA ha decidido desaparecer, en un recorrido que salta de la primera a la tercera persona del verbo, proclamando una inequívoca relación entre unos y otros. La misma vinculación que se pone en evidencia al producirse la coincidencia entre el anuncio de la disolución y la celebración del “nuevo encuentro de Ayete (San Sebastián)” dos días después, pero Cambo, en el País Vasco francés. Ese segundo escenario será el comienzo de la estrategia electoral de la izquierda abertzale, a un año de las próximas elecciones generales.
La confusión sobre la persona del verbo deja pasar la idea de que la acción de ETA era iniciativa política y que ésta pasa ahora a ser responsabilidad de esa izquierda social que los ha acogido desde la clandestinidad o la cárcel, aunque darle valor de estrategia política al terrorismo reciente sea un eufemismo propio del mejor fascismo.
MATAR AL PADRE
El plan cómplice se extiende por toda la declaración desde su inicio y, más allá de las palabras escritas en nombre de la banda, la parte más intensa es la dedicada al futuro. EH Bildu y Arnaldo Otegui a su cabeza necesitan un discurso ”limpio de ETA” con el que comparecer a las elecciones. El encuentro del día 4 será el “escenario 2” después de Ayete, al que seguirán otros con un contenido y objetivos claros, y esta es la parte dedicada al verbo “actuar”.
La reclamación de amnistía será, de una parte, el objetivo y la razón para la presión para conseguir la movilización en la calle y el acercamiento de los presos de ETA a Euskadi, con un PP entregado al PNV hasta las próximas elecciones generales y Otegui despojado de las espinas de la historia. Pero será el lehendakari Urkullu (PNV) quien se pondrá esa medalla antes de que se aproxime la fecha de citadas elecciones generales. De otra parte, EH Bildu quedará absuelta incluso por el PNV de su complicidad con ETA y dará paso a una confrontación abierta con la derecha nacionalista para achicar su distancia en votos y, a la vez, anular el posible crecimiento del equívoco Podemos vasco. La pugna sindical entre ELA y LAB por el protagonismo sindical este pasado 1 de mayo y en las empresas vascas no es nueva, pero las banderas respectivas ondean cada día más calientes.
En su despedida, ETA y quienes escriben en su nombre dejan libre el camino a que los presos críticos con la organización decidan sobre su futuro personal, en un acto de generosidad en el que los etarras “hacen de la miseria virtud”, al igual que los otros hacen virtud con la miseria de esta anunciada desaparición de ETA.



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