El pacto para la paz implica que las partes se comprometen a que en un
plazo de ocho años se haya pagado en su totalidad la deuda acumulada por los
clubes y se les descontará a quienes tengan deuda un 30% anual de los derechos de
fútbol que perciban por la retransmisión de partidos, además de la “fianza” que
significan los derechos e ingresos de los futbolistas.
En román paladino, un aplazamiento de pago, sorteando los costes de financiación bancaria que
entraña la deuda para dichos clubs. No es un coste cero. Si para los clubs, no
para los ciudadanos. Después de todo, por algo se llama deuda soberana, la que el
Estado tiene y genera en nuestro nombre y contra nuestros impuestos.
Costó muchas noches de negociación conseguir hace carias legislaturas que los clubs de fútbol fueran lo que debían ser, sociedades anónimas reconocidas y obligadas como tales; y muchas broncas públicas contra aquellos salvajes que lo pretendieron. Ojalá todas las sociedades anónimas, tuvieran la misma oportunidad de puesta a cero de su contador con Hacienda, para pagar esos mismos sueldos a sus empleados.
Costó muchas noches de negociación conseguir hace carias legislaturas que los clubs de fútbol fueran lo que debían ser, sociedades anónimas reconocidas y obligadas como tales; y muchas broncas públicas contra aquellos salvajes que lo pretendieron. Ojalá todas las sociedades anónimas, tuvieran la misma oportunidad de puesta a cero de su contador con Hacienda, para pagar esos mismos sueldos a sus empleados.
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