miércoles, 11 de abril de 2012

No te asustes, sólo es el caos


La proclama de la representante del aznarismo en esencia pura, Esperanza Aguirre, ante el propio Mariano Rajoy pidiendo el cierre de la España autonómica no es sino una petición, nuevamente, de acelerar la marcha atrás, esa segunda transición que el expresidente vio esfumarse con los votos y las mentiras del 11-M, las que aún hoy algunos se empeñan en convertir en verdad a fuerza de nuevas mentiras. Una proclama, la de la presidenta madrileña, que se suma al escenario de caos que se representa desde el Gobierno que dice gobernar y desde el partido que dice sustentarlo. 

Lo leíamos un día de éstos: el caos siempre tiene un hilo conductor; sólo es caos real para quien lo interioriza como tal. Su objetivo es provocar, incrementar, extender el miedo que nace ante todo caos, para todos menos para quien provoca el miedo, que es el mismo quien que va deshilando el caos para volver a hilarlo a su modo. El caos solo es una apariencia del vacío de poder, pero no hay caos sin control en nuestro caso. El de aquí, este caos nuestro y el de ellos, se trenza en el tiempo o en horizontal aunque ahora se crucen ambos: crisis en lo horizontal y objetivos políticos en lo temporal.

El caos no es sinónimo de crisis, solo es parte del ambiente de crisis que se ha generado. Esta nuestra no es una crisis sostenida, es la alianza coincidente de los objetivos económicos internacionales, la debilidad democrática y de representación política y los objetivos particulares de la derecha aupada al poder por el voto desde el miedo.

La conversión de las clases medias en el gran totem de la política ha sido el mejor germen para el miedo; su poca fiabilidad ideológica, el caldo de cultivo, y su número, su importancia como población, la clave que decide el poder. Hemos convertido el centro como el campo de batalla mientras es centro. Por eso, cuando las condiciones sociales inclinan ese centro hacia la derecha, no hay más que aprovechar ese aluvión inseguro, numeroso y útil para remover los cimientos del avance social en un supuesto bien de la sociedad que mayoritariamente votó a quien gobierna. 

Descubrir que la obediencia a los intereses económicos internacionales incluye desmontar lo que nos hizo sentirnos casta media durante estas dos últimas décadas, es como la caída del caballo de Saulo. Por eso Esperanza ante Rajoy, o Angela en toda Europa, y otros miembros del PP en nuestro país tienen prisa en plantear a bocajarro el puñetazo en la boca del estómago social, para evitar la reacción después del susto. 

Por eso, no te asustes, lo que ocurre es sólo caos. Hay que estar más atento a lo que proponen que al ruido que producen sus propuestas: socialmente son más letales sus objetivos que el ruido ensordecedor de esta crisis. 

Se equivoca, nuevamente, el ministro de Economía cuando dice que hay que sortear a los mercados. No le van a dejar sortear a su propio partido.

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