viernes, 21 de junio de 2013

Miguel Narros era así

Como en la foto. Sereno, con una sonrisa a flor de labios y una apacible amabilidad marcaba incluso el ritmo de sus pies al andar. Así era al menos aquella tarde en que llegó a Navarra en la víspera del comienzo del I Festival Internacional de Teatro Clásico de Olite. Arranqué el paso en la plaza para darle alcance junto a la puerta del Ayuntamiento No hubo mucho tiempo para saludos, acababa de llegar y venia cansado en aquel julio caluroso del año 2.000. Se acercaba despacio, en la mano la correa del pequeño perro que le seguía y, detrás, su marido, su tierna sombra permanente.

Era la víspera del estreno del Festival de ese primer año de vida, en el que tanto empeño, ilusiones y aventura habíamos puesto para crearlo, con Rafael Pérez Sierra como director, recién cesado como director de la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Miguel se había dicho si desde el primer minuto a inaugurar esa hazaña y unirse a la aventura del teatro al aire de Olite, a la incertidumbre del tiempo de la Zona Media y la experiencia lejos de Almagro, donde nos conocimos un año de aquellos a la sombra del Corral.

"Las mañanas de abril y mayo" de Calderón que Narros trajo a Olite hasta al paño del Palacio Real pelearon con la temperatura, pero no hubo sorpresa pese al vuelo de las cortinas. Narros era Narros y la apuesta con él era más cierta que la suya con nosotros. Pero juntos cerramos aquel temido primer día en una noche más amable en la terraza de "El Sol", en la plaza, sobre las cuevas medievales donde los trajes de teatro del Museo de Almagro se dejaban acariciar con la voz suave de Miguel bajo el título "Vestir a los clásicos". Como la función del día siguiente, "El sueño de una noche de verano", aquel viernes pasó volando y no volví a verlo hasta, años después, en Almagro, con esa "Carmen" inolvidable.

Si la inmortalidad es lo que de nosotros queda en la memoria de los demás, Narros lo será siempre, esa figura inclinada hacia adelante paseando lento por el centro de la plaza. Y un perro pequeño siguiendo sus pies.



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