domingo, 23 de junio de 2013

A San Fermín lo inventó un cura y a Pamplona la vino Dios a ver


“Mi vecina se deshace en cariños durante San Fermín. El resto del año ni me saluda”. Es un dato real. Lo contaba una vecina “rojilla” en los años ochenta, cuando en las calles cercanas a la Puerta de Zumalacárregui se confundían caras, edades e ideologías. Quienes creen que los cielos nublados de Pamplona son el manto de San Fermín boca abajo, se equivocan. El santo chiquito solo confunde las mentes esos siete días de julio en que la capital navarra se viste de blanco y rojo, cambia los horarios y el carácter y la ciudad es una masa blanca y roja que se mueve cuando un cohete estalla y el griterío rompe.

Por esa marea blanca y roja que es Pamplona durante San Fermín se mueven miles de corrientes internas, tantas como variada es la vida social y política de Navarra, que se concentra en esta ciudad extensa, modelo de planificación y mezcla transparente de culturas y lenguas. Pamplona es la muga entre la tierra euskaldun del norte y el sur ribero, tan diferentes como el Baztán y las Bardenas, y entre ambas pugna por moderar la convivencia de una ciudad que va más allá de sus límites para aunarse en una Cuenca (comarca) llena de ciudades/barrio.

La marea blanca y roja
·       El santo y el reportero de guerra
·       El programa de fiestas
·       Los toros de San Fermín
·       Ruta breve para no perder el tiempo


Artículo publicado en http://www.zoomnews.es/          23 junio 2013

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