lunes, 21 de mayo de 2012

La burbuja de Benigno el Valedor

Esperanza es antropóloga, nos conoce casi sin conocernos de tanto estudiarnos, a todos nosotros/as mientras estudia al ser humano, esa clase de animal que va definiendo cada día más su identidad cambiante. Ella dice que nuestros problemas actuales no tienen nada que ver con la economía, sino que, por primera vez en muchas décadas, tal vez siglos, hemos perdidos los referentes, o éstos han perdido valor, o no les concedemos el mismo valor, que todo viene a ser lo mismo. Y uno de esos principales referentes ya en nebulosa es nuestra condición de ciudadanos, el podio al que nos aupó la revolución francesa y desde el que hemos ido aprendiendo a hacernos a base de mezclarnos con ese denominador común: nuestro carácter de ciudadanos, que es un valor como el de estar vivos en medio del desierto.

Foto: La Voz de Galicia
El Estado, dice Esperanza con 80 años de vista atrás, va desapareciendo. Y, así, nos hemos ido convirtiendo a marchas forzadas en ciudadanos solos, acostumbrados como estábamos a que el Estado esté en el origen de esa identidad: el orden, la autoridad, la seguridad..., eslabones solos ahora con la referencia de la cadena ya perdida, desgranando grumo a grumo nuestra identidad, cuando tan básica es para poder establecer la convivencia. Nuestra soledad es nuestra mayor debilidad y nuestra falta de identidad como ciudadanos nos deja únicamente atributos sueltos.

Desaparece el paradigma, decía Esperanza, la identidad cívica adquirida hace tantos años y a través de tantos años, mientras nos descerrajaba en ese mismo diálogo la noticia de que un defensor del pueblo autonómico, el de Galicia, el Valedor do Pobo, Benigno López, hacía suyas las razones de este desbarajuste de los ajustes sociales a que nos ha llevado el ajuste económico. No es fácil admitir, si entender, que los desperdicios de la crisis económica de quienes dirigen o se benefician de tanto beneficio inaudito acaben siendo siempre el alimento de los dirigidos, de los menos beneficiados.


Hace meses, la nueva presidenta de Castilla - La Mancha, María Dolores de Cospedal decidió echar el cierre a la institución del Defensor del Pueblo de esa Comunidad, con el fin de ahorrar costes. Y, junto a ella, la Cámara de Cuentas. Ambas, instituciones dependientes del Parlamento autonómico, como en cada Comunidad Autónoma. Como cantaba José Larralde, "nadie salió a despedirme cuando me fui de la estancia, solamente el Ovejero, un perro. Cosas que pasan". Nadie, salvo un artículo del sindic de greuges catalán, salió a despedir esta larga etapa de defensores del pueblo cercanos a los ciudadanos, que multiplicaron la capacidad de proximidad y, con ello, la tramitación multiplicada de quejas sobre el funcionamiento de las Administraciones Públicas, responsables de la aplicación y desarrollo de los derechos ciudadanos. 

Al Defensor del Pueblo, Enrique Mujica, se le abrieron las puertas del cielo que tanto desea, porque con el final de su mandato se ponía fin a su guerra contra las competencias autonómicas de los demás defensores o figuras similares que los Parlamentos de toda España han ido creando en estos años y en este Estado de las Autonomías. Con dudas sobre si su origen parlamentaria ponía o no un pié en el espacio de los partidos políticos o venía a reforzar precisamente el papel de otras organizaciones de origen ciudadano y representativas de los intereses que sustentan el bien común, pero en el afán de abrir espacios de defensa y mayor solidez de esos derechos ya escritos y que el airee borra con tanta facilidad de cuando en cuando.

Acostumbrados a tener una figura interpuesta entre la impotencia de los ciudadanos y la prepotencia de las Administraciones, los defensores autonómicos llegaron a crear una burbuja de defensa de derechos que creíamos tan real como la del ladrillo, aunque en este caso Bankia/Mújica salgan triunfantes, porque, de nuevo, los ciudadanos vuelven a sus impotencias y los beneficiados a poner en limpio sus beneficios que otros, a buen seguro, pagaremos.

Pero no parecía que hubiese sido suficiente que el valedor Benigno apoyase una burbuja sin derechos mientras desaparece la burbuja de la crisis económica, porque, a grandes males...... el propio secretario general de los socialistas gallegos, Pachi Vázquez, salido triunfante recientemente de entre esa maraña de zarzales y navajazos locales que es el PSdG, proponía que, para evitar nuevos Benignos, era mejor, como hizo Cospedal, cerrar el Valedor do Pobo.

Lo que viene a confirmar la desaparición del paradigma allende Finisterre o allende la Cibeles, porque nada de ello, como decía Esperanza, tiene que ver con la economía. Es que hemos perdido los referentes y se nos van abriendo ya las costuras de esa malla que habíamos creado, mientras las tribunas se llenan de medias voces bienintencionadas, siseos sutiles sobre el avance de la crisis en el oído de quienes la comandan . Desaparece el paradigma, decía Esperanza, se volatilizan los valores, la identidad cívica adquirida desde hace años. 

Parece claro: Para entender a algunos hay que comprender que ellos no echan de menos esos referentes porque, a ciencia cierta, no llegaron a conocerlos.








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