martes, 10 de julio de 2012

Solo un momento: La "Santa Compaña" busca a Mariano Rajoy

Esta madrugada, un hilo de luz recorrerá las calles de Madrid, el que forman las linternas de los casos de los mineros asturianos. Como si de una "Santa Compaña" de sus vecinos gallegos se tratase, pero Compaña negra ahora, llegaran en silencio hasta la Puerta del Sol, frente a la Delegación del Gobierno en Madrid, sobre el mismo hormigón que sostuvo el 15-M tantas madrugadas hasta que las mangueras barrieron todo menos la memoria.

Con M de Madrid, de Memoria, de Mayo o de Minería, volverán a levantar la voz que templaban anoche en la sierra de Madrid al compás de la guitarra de Victor Manuel, notas veteranas de lucha y tierra, que a veces pierden sentido entre el lenguaje de los planes, ajustes, promesas, programas, mentiras y videos.

Su crisis, una de las aplazadas por el Gobierno de Zapatero con el consenso de Bruselas, se la han explotado en la cara con una esas raciones de grisú social que el Gobierno del Partido Popular nos anuncia a bombo y platillo, nos reafirma en las cloacas mediáticas y nos revienta en la cara cada viernes, como si de una promesa, esta sí, pero religiosa, se tratase.

La "cuerda" minera en Madrid se unirá a las otras líneas de las diversas crisis que el PP ha instalado sobre ese emblema social que es la Puerta del Sol, se unirá a esa malla de crisis sobre la que la derecha social del país se balancea sin miedo porque sabe que, aunque pierda el equilibrio, por debajo aún no hay nadie esperando para pedirle cuentas. Los mineros, en este rato de la historia, son la única luz visible que marcha enlazando tierras, ciudades y brazos solidarios, en una España que el PP deshilacha, como Penélope, su tapiz, sin nocturnidad, pero con alevosía y desafío rayano en el insulto.

Con nuestros errores, elegimos los gobiernos que consideramos más capacitados para gestionar nuestros intereses como ciudadanos. Creíamos que esa es una de las bazas de la democracia frente a lo demás. Ser representados, defendidos y hacernos corresponsables en ese esfuerzo. Hoy, en este momento, somos menos ciudadanos, menos respetados y más pobres. Quedan muchos viernes aún en este calendario mariano de las miserias de la política. Aún tendremos tiempo y motivo para preguntarnos cómo pudimos llegar tan abajo, cómo pudimos recorrer tan rápidos el camino hasta chocarnos con el barro del que hace tan solo un mes hablaba en la sierra de Madrid Ludolfo Paramio.

Pese a la voluntad de ser optimistas, el conocimiento de la realidad genera excepticos, por eso es dificil imaginar que los mineros asturianos cerrarán su crisis o la dejarán donde estaba después de las reuniones que buscan. Pero su paso hasta Madrid nos dice desde hace días que por algunas venas aún corre sangre y que esta crisis "tan nuestra" es una crisis bastarda.

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