lunes, 16 de julio de 2012

Antes de que pase el dia: El estremecimiento

Desde hace un tiempo tengo un nudo en la boca del estomago que se remueve cada vez que me miro en el espejo de este blog. Es como un vuelco casi de ciencia ficción en el que mi interior sale de mi mismo y se me presenta delante para ser advertido y valorado por su propietario, que soy yo.

Uno, a cierta edad camina con la seguridad de conocerse suficientemente, de tener claras sus convicciones y de saber diferenciar el bien común del mal individual, eso que solemos llamar uso de la razón aunque no siempre vaya de la mano de la madurez adecuada. Este regurgitar del yo más intimo frente al yo mismo de cada día me enfrenta a un alguien que, por minutos, pongo en duda que sea el yo de siempre.

Ilustración de El Roto (El Pais, 15 julio 2012)

La hecatonbe de este país, cada hora mayor y distinta, me pone en cuestión la estima sobre mi coherencia para enjuiciar la realidad, pone en cuestión mi equilibrio, el mío y conocido por mi, para valorar las situaciones y las realidades cambiantes de estos últimos meses, me hace desdecirme a ratos sobre la sinrazón o la lógica de lo que estamos viviendo y me genera, en fin, una enorme duda sobre mi ubicación como ciudadano y como ente pensante. 

Me conforta, pero me sorprende antes, leer opiniones de personas admiradas por mi desde hace años a las que siempre he tenido por medidas, coherentes e influyentes, lo que quiere decir que su pensamiento coincide y es respaldado por amplios sectores de la sociedad española. Coincide esta nueva visión mia sobre ellas con mi propIa exaltación, esa diferente imagen de mi mismo frente al que me creía ser hasta ahora. El exabrupto político que nos pretende hacinar en la fosa de la resignación encuentra en ellos y en mi la misma reacción airada, tan exabrupto ya como el que nos provoca. Y los mensajes adquieren ahora una rotundidad y una agresividad propia del ánimo que reacciona más que del ánimo que yo entendía que razonaba. 

Este sentirme frente a frente con un extraño airado, reactivo e inquieto que resulta ser yo mismo produce un profundo estremecimiento tan rotundo y seco como esta algarabía de hipocresía de los aplausos en sede Parlamentaria a favor de la siega de derechos y servicios a los ciudadanos o esa vieja creencia, insultante e irreconciliable con el hoy día de que aquella "mayoría silenciosa"del franquismo -sobre todo la de los muertos- les sigue valiendo y acompañando como respaldo a las decisiones que han hecho suyas. Nunca en democracia, porque estamos en democracia al menos aparente, había escuchado a quien gobierna con mayoría absoluta mayor insulto contra su propia mayoría de apoyos. 

Se que esta es la razón del estremecimiento, lo que el espejo patrio refleja para nuestro sentido y nuestra capacidad de razonamiento, lo que nos dice de la discrepancia violenta entre la realidad que nos anuncian metódica, estratégicamente  prevista, y lo que somos capaz de asimilar no ya desde nuestra ideologia personal sino como sociedad. 

Estremece la soledad frente a los hechos, esa impotencia individual ante la inacción colectiva; esa inutilidad del individuo frente a los poderes que incluso individualmente hemos votado. Estremece, y de que manera, la voz que nos lee a diario las proclamas sobre los derechos que nos han correspondido y el eco irónico, malditamente irrespetuoso, de los protagonistas que no fuimos ni seremos. Comprobar, en fin, que sobre nuestras aspiraciones y derechos han montado un "tablao" de encubrimiento y descaro. 

No identifico del todo este nuevo ser que bulle dentro, quizás porque tantos años por medio nos habían hecho olvidar que el peor enemigo intimo es el miedo y que nunca antes nos había vuelto a amedrentar como ahora nuevamente y a bocajarro. Compruebo que esta imagen que tengo enfrente, a través de este espejo quebrado, es la mía, sin duda alguna. Por eso me pregunto, aun hoy, si alguien tiene derecho a quebrantar con estas formas nuestras reglas de convivencia tan endebles siempre, si alguien merece el derecho de nuestra entrega vacíos de conciencia, si alguien puede escapar impune y durante mucho tiempo al mayor delito, el de estremecernos socialmente sin que retumbe en sus oídos el estruendo de nuestra inquietud, de tanto hombre, mujer y derechos rotos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario