lunes, 11 de junio de 2012

El festival de primavera de Mariano Rajoy

Mariano PP no ha necesitado hablar de brotes verdes, como aquella insigne vicepresidenta económica del ultimo gobierno de José Luís Zapatero. Directamente, ha vendido su terreno ahora que el suelo vale menos que el duelo y la Europa financiera le ha plantado un jardín en esa España virtual en la que él juega a presidente virtual.

Una vez arrancado el acuerdo compra/venta, como un Florentino Pérez cualquiera se ha marchado a Polonia para regocijarse entre aplausos, alaridos y exclamaciones en un partido inaugural del campeonato de fútbol, para liberar ese rictus de irresponsabilidad a modo de careta con el que enmascara su/nuestra tragedia: es su triunfo antes del partido. La historia de España y nuestra realidad en sus manos.

No necesitamos que nos digan qué ha ocurrido. Las mentiras en playback no valen ni como pasatiempos. Lo importante ahora es que nos inventen nuevas mentiras sobre el futuro. Dispuestos a ser engañados y a dar por buena la práctica del cambio de criterio como forma de gobernar, la sociedad necesita nuevas referencias para construir nuestra propia hoja de ruta social, despejar esas incógnitas que desde el "programa sorpresa" nos tiene acogotados. Es decir, si los 100.000 millones de euros saldrán del mismo lomo que ya había aceptado los 23.000 de Bankia; si las reformas incluidas en las capitulaciones de primavera abundan en una vuelta de tuerca sobre las condiciones laborales; si los 100.000.000.000 significarán, seguro que si, nuevos recortes o de los servicios o de la renta disponible; es decir, si el IVA crece y se ensancha para afectar a sectores o actividades con menor IVA actual; y, sobre todo, si los 100.000.000.000 vienen cargados de ideología nuevamente y determinan el criterio sobre qué tipo de recortes nos esperan.

Es bueno decirlo ya, porque aún seguimos noqueados por la granizada ideológica de estos pasados meses que parecen años y, ademas, el PP ha conseguido reconstruir una nueva forma de ciudadanía: la que no cree a nadie, espera todo y anda suelta. Hay un nuevo elemento de identificación que une los atributos individuales y crea masa social, más ruidosa pero igualmente desguarnecida e indefensa. Es nuestro mayor logro electoral del 20-N.

El marco elegido antes de la fuga a Polonia describe al protagonista y quién sabe si a nosotros mismos con él: bodegones neoclásicos a los lados del insólito por inesperado portavoz de sí mismo, puertas abiertas hacia dentro del Palacio en un engañoso "abrimos las puertas a la sociedad". No nos encontramos de tu a tu en una sala de Prensa en Palacio. Es una declaración institucional con testigos, pero con las puertas del interior abiertas para recurrir al refugio tan necesitado y habitual.

En cuanto al contenido, sabemos que lo de línea de crédito puede ser un dato para la pedagogía sobre lo que nos ocupa. Pero nuestro problema no se reduce a una compra de un coche, sino a la compra de un país. 100.000 millones de euros nos avanza el propietario de los capitales, pero no por una piedra de la corona, sino como pago anticipado por la corona entera que de una parte, nos obliga a asumir los siguientes empeños, y de otra, nos hace aceptar que la corona es diferente, menos cuajada de perlas.

Si el oro de Moscú existió como reserva del Estado aunque se hizo de él una entelequia, Mariano PP ha empeñado el futuro de nuestras reservas antes de que las tengamos. Porque la realidad económica era dura, pero la realidad generada en estos meses de desasosiego e ideología es el peor caldo de cultivo a futuro con el que España se ha encontrado desde aquel día que un generalito y el miserable poder económico de los caciques españoles decidieron levantarse en armas. Pero no, no habrá ni hay guerra financiera, porque con este anticipo a cuenta ya hemos entregado las armas y hasta la voluntad de autonomía.

Crear Europa es frase en boca de todos. Hasta Almunia lo alaba. Pero éramos un país que empujaba hacia arriba con su propia energía. Ahora somos el saco de patatas que necesita que otros arrastren, pagando por ello con nuestra única moneda posible: las patatas del saco. Dentro, sembraremos con créditos externos las semillas que nos indiquen, al precio que nos digan y con la mano de obra que ya Mariano PP ha diseñado por su cuenta y riesgo, el riesgo nuestro.

Muchos pedían un pacto de Estado antes del rescate. Antes de esta intervención o embargo por cspítulos. Muchos lo siguen pidiendo desde ese eufemismo llamado oposición, que ni eso sería si no fuese porque a veces usan lengua e intereses económicos y territoriales contrapuestos con los del Estado, lo que les hace parecer diferentes sin dejar de ser iguales. Pero el presidente insiste: "con claridad meridiana" a él nadie le ha presionado. Mariano PP solo y sordo ante el peligro, hace de bueno, de feo y de malo delante de Europa sabiendo que solo tiene balas de foguéo y piensa que para qué dar explicaciones a los indios o a los asustados clientes de ese bar de cartón piedra que, cuando es realidad, llamamos Parlamento.

En las vísperas del rescate algunas voces tímidas pedían la dimisión de Mariano PP por su inacción ante lo que se vive y se avecinaba, es decir, la insoportable presión para dejarse rescatar. Esta nueva España de Troya, como si fuese una doliente y debilitada Helena, ya ha sido raptada por un melifluo, disoluto y escurridizo Paris llamado capital. Rajoy no se irá por esto ni por aquello, para qué insistir. Por eso celebraba su nueva primavera escasas horas después en Polonia, excitado ante la imagen de "veintidós hombres corriendo en calzoncillos detrás de una pelota", como dijo en su día el maestro de periodistas Carlos María Sanmartin, convertido en Kasama cuando comprendió el valor social del entretenimiento e hizo de si un afamado comentarista deportivo. Como pensará Mariano Rajoy, en el campo verde todas las pelotas valen igual hasta el final del partido.

Ese estado sobrevenido de excitación primaveral es como una buena raya sobre la realidad en la que se asienta, la de una Monarquía que usa el Peñón de Gibraltar para que no se oiga el ruido de los cascotes de la porcelana del Retiro hecha pedazos; un presidente del Tribunal Supremo y del omnipresente Consejo General del Poder Judicial manoteando su futuro entre dudosos gastos, gulas o soledades; las cacerolas de las esquinas que recuerdan y rechazan las obligaciones del Estado en el bienestar de la sociedad; los silbatos en las calles de los pioneros del paro post-reforma, unidos a los veteranos del despido; los gritos de los dueños de viviendas convertidas en ladrillos empeñados; bancos inoperantes como tales e incluso como local ....., alcaldes del PP reclamando que la Iglesia pague sus impuestos como cualquier vecino que paga dos veces por el mismo servicio... Ciudadanos a la espera de nuevos recortes a cuenta del nuevo jardín del presidente...

Por suerte, la capacidad de difusión mediática del PP nos envía ráfagas de luz mientras escarbamos en la arena en busca de otro futuro, distinto, aunque sea peor.

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