viernes, 29 de junio de 2012

Antes de que pase el día: Mariquita Pérez y el guerrista

La Institución del Defensor del Pueblo llevaba muchos años pendiente de encontrar un titular. En los últimos años Maria Luisa Cava de Llano, amable y mallorquina de pro, ocupó el puesto de forma provisional, en tanto que era la adjunta primera al Defensor del Pueblo de España como le gustaba llamarse al anterior titular, Enrique Mújica Herzog.

En realidad, la institución carecía de titular desde antes de Enrique Mújica, quien fue elegido con nocturnidad respecto del PSOE y, sobre todo, alevosía por el señor Aznar, que aupó al exministro de Justicia en el gobierno socialista para demostrar que es posible elegir a alguien que se dice socialista, hombre de Estado, defensor de la España constitucional y respetuoso con las competencias del Estado autonómico y, a la vez, practicar todo lo contrario sin que se rompa ningún vaso por el chirriar de los fundamentos. Incluso sacar brillo a los colores del logotipo de la Institución y pasearla por todo el mundo como institución emblemática, mientras entraba en los territorios autonómicos con paso quedo para actuar donde otros ya actuaban en ejercicio de sus atribuciones.

Por quien decidió y por quién fue elegido, era fácil advertir que la imagen y utilidad del Defensor del Pueblo de España siempre fue para el Partido Popular una puntilla en el mantel, tan prescindible como comprobamos en 2011 en Castilla-La Mancha, en Madrid antes, en Navarra recientemente y, quién sabe, mañana en cualquier otra Comunidad Autónoma. Así, se ha ido sembrando la idea, incluso en Galicia, donde la Institución del Valedor dio cobijo a tanto bienintencionado fraguista desocupado, de que "La Institución" es un valor en baja, incluso en opinión del aún secretario general del socialismo gallego.

Sólo la capacidad que tiene la ironía para generar situaciones y metáforas inimaginables puede ayudarnos a comprender que, con Defensorías cerradas o recortadas, desacreditadas o sus titulares puestos en cuestión, el pluriacuerdo institucional entre el Gobierno del PP y la oposición del PSOE hayan conseguido encontrar una nueva dirección del Defensor del Pueblo de España en la figura de Soledad Becerril, como titular, y Francisco Fernández Marugán como primer adjunto, pendientes de conocer la segunda adjuntía, si es que no se recorta como cabe esperar.

Alfonso Guerra debe estar dando saltos, pero de la risa, viendo cómo, burla burlando, quien fue objeto de sus mejores piropos, doña Soledad Becerril, alias "Mariquita Pérez", es la hija del acuerdo entre gobierno y oposición socialista. Y cómo en el mismo parto, un preclaro guerrista, "padre" económico del socialismo durante tantos años en el Parlamento, Francisco Fernández Marugán, surge como adjunto a la nueva Defensora del Pueblo estatal. La primera, alejada de la vida política por supuesta decisión personal hace escasos meses al renunciar a ir en las listas electorales del PP; el segundo, desalojado por decisión del PP de la posibilidad de presidir el Tribunal de Cuentas. Nunca fue tan falsa la afirmación de que la política hace compañeros de cama a los adversarios. En este caso sólo les ha puesto camas separadas y de 90 en un hotel al que se le han caído las estrellas.


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