miércoles, 27 de junio de 2012

Sólo un momento: Sin un solo poema que contar


Los poemas son frases sobre una realidad constreñida. Son tanto ellos mismos que nunca significan más de lo que nos sugieren y ya solo son esencia con vida propia, y esta es una idea adoptada de otras voces. 

La construcción de poemas arranca de una realidad que nos sobrepasa o nos satura, inaprensible en todo caso, insuperable tantos días... Hay una historia que ajustamos con o sin métrica a palabras paridas con el dolor del sentimiento, en el doble desgarro de revivir lo que sientes y reducir necesariamente a lenguaje comprensible cuando escribes, a sabiendas de que en ese viaje se pierde la raíz del origen aunque despiertan nuevas emociones.

                                                                            Foto: Juanfago
Es mejor a veces hacer un relato individual, con las palabras al servicio de la imaginación y esta plagada de la fantasía que los sentimientos imponen a traición incluso de la propia ajustada realidad.

En el lado extremo de simplificar con una palabra una historia, constreñimos la verdad como la interpretamos en una suma descuadrada de emociones, palabras y nuevos significados. Despertamos nuevas emociones, pero por los lados del papel se nos descalabran realidades originales, verdades ciertas que pretendíamos amarrar para volcarlas en forma de verso.

Pero algunas veces, como hoy, es preferible renunciar al verso, derramar hechos sin emociones y ajustar la mente a lo que interpretas de lo que la realidad hace vivir. 

Dejar el sentimiento para otra ocasión, aunque te quedes sin un solo poema con el que arrancar tu propia capacidad de emoción. Limitarse a cuatro líneas que querían originar un poema porque ves que ir mas allá es peor que dejarlo en simples ideas, segundos de emoción retenida;

Fui segando raíces
Fui sembrando semillas
Fui creando paisajes
Fui soñando países 
Fui coleccionando emociones, personas
Fui achicando el futuro
conforme se me estrecha el pasado
El presente siempre es una madera endeble
Corro el riesgo de quedarme sentado en el filo de la navaja
ese enorme espacio que nace del pasado como un árbol floreciendo
y acaba siendo una rama espinosa
cuando acaba la primavera

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