miércoles, 13 de julio de 2016

CONTRA LAS CUERDAS

Nada más salir de su reunión con el presidente en funciones Mariano Rajoy, el secretario general del PSOE ha ratificado su NO Y NO al PP. Antes, el portavoz parlamentario socialista, Antonio Hernando, anunció esa postura en cualquiera de las ocasiones en que Rajoy volviera a presentarse como candidato a la investidura como presidente del Gobierno, aunque fuese el ganador de las pasadas elecciones.
Foto: Dani Duch / La Vanguardia
La clave de la estrategia socialista, que parece tan enturbiada por los deseos de unos y otros dentro y fuera del PSOE, es la frase de Sánchez: Investidura y gobernabilidad van unidas. Su silencio intencionado desde que se conoció su resultado electoral ha quedado roto con la confirmación de su estrategia particular, más allá de lo que el Comité Federal discutió y decidió: dejar en sus manos la decisión de la maniobra, en una actitud impensable del órgano máximo entre Congresos. Dejar a Sánchez la responsabilidad de sus pasos hace pensar que, por dentro, la crisis de la discrepancia ya ha alcanzado la división y eso supone un aplazamiento del chupinazo final hacia un congreso extraordinario; el que, de todas todas, se avecina y Sánchez ha procurado rehuir.
Con los dos partidos "emergentes" ya fuera del cuadrilátero, es cierto que la idea final del PSOE/Sánchez es arrastrar al PP hasta una decisión y una oferta: que Rajoy renuncie a la investidura por la obvia falta de apoyos parlamentarios (ya anuncia que puede repensárselo) y que el PP presente otro candidato a la investidura; o que, por fin, presente un programa de gobierno que no es el electoral, aproximándose así a esa gran coalición sin foto y con la tenaza parlamentaria, donde el PSOE puede recuperar, ahí sí, el liderazgo perdido.
La opción de Pedro Sánchez de llevar a Rajoy uncido hasta el Congreso de los Diputados es, por otra parte, su única esperanza hacia el interior del PSOE, donde ya está descontado su tiempo como secretario general. A pesar de las voces y rugidos externos, algo ha cambiado,  no obstante,desde el sábado pasado. Parecen haberse unido las declaraciones sobre el NO a Rajoy de quienes ya tenían colgado el "sambenito" de dejarle gobernar, idea tan acariciada tanto desde el PP como desde Podemos.
Si Rajoy se obceca en ser el candidato y el PP no adelanta un programa de gobierno muy alejado de sus propuestas electorales, la siguiente baza de Sánchez puede ser la de esperar a que Rajoy renuncie, de nuevo, y estar atento a la llamada (o no) de La Zarzuela. 
No habrá terceras elecciones y Rajoy lo sabe, aunque amenaza con ellas. Sánchez parece haber aprendido de Julián Anguita la argucia del "programa, programa, programa" y ahí Podemos o Ciudadanos tienen su propio riesgo: sus votos valen mucho menos que en este largo combate del que ya se han retirado.

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