miércoles, 29 de junio de 2016

"UNIDOS PODEMOS" Y LO QUE LE FALTÓ A SU "2+2"

Hasta en los colegios de primaria ya se sabe que 2+2 no suman 4, no porque lo digan las matemáticas, sino porque la realidad es terca. Está bien que en una campaña electoral como las de ahora se utilice el falso tópico o que ése sea el argumento que se utilice para explicar por la vía de urgencia lo que antes no era posible, porque a veces todo es muy complejo, como bien decía hoy Errejón (Podemos) buscando una respuesta para el mal resultado en votos de la alianza electoral con Izquierda Unida (IU). 

También los colegios electorales saben que 2+2 no hubieran sido 4 en la elecciones de diciembre pasado si los otros grupos, como las llamadas Mareas gallegas o la izquierda valenciana, no hubiesen ido por separado, sin enfrentarse y, después, uniesen sus votos en el Parlamento para remar a favor de Podemos como único Grupo Parlamentario; para mal de ellos, que nadie les había explicado que, también en ese caso, no sumarían 4.


IU: EL VIAJE A NINGUNA PARTE

Durante meses, IU intentó hacerse valer como un pavo real en la acera de enfrente de Podemos en una campaña en la que hasta Cayo Lara, su coordinador anterior, salió del escenario. La fuerza interna del PCE puso de nuevo de relieve su influencia interna en ese pequeño magma de protagonismos, ideas e historias individuales y pese a todo ello, consiguió salvar los muebles y colocar a su nuevo líder, Alberto Garzón, como el más valorado de entre todos los partidos españoles. 

El resultado electoral de diciembre le fortaleció al arrancar al PSOE si no ese millón de votos, si una buena parte de ellos, entre los votantes y afiliados socialistas hastiados de las ocurrencias de Ferraz o de la tenaza interna de los aparatos que auparon a Pedro Sánchez con mano de hierro. Votantes que buscaron una alternativa mejor que la abstención y tampoco se sentían partícipes de la algarada que la dirección de Podemos montó a partir de la energía del 15-M y el descontento entre esa población que esperaba la flauta que les hiciese volver del voto al PP, una clase media que el PSOE perdió en manos de Rajoy.

No hubo "infantilismo" al creerse las encuestas preelectorales del pasado 24-j. No lo hubo tampoco al pedir, ya tarde, que el Reglamento del Parlamento permitiese más Grupos Parlamentarios que el del Podemos. Y no hubo ninguna debilidad a la hora de negociar con IU esa coalición que ha demostrado la debilidad posterior de la fórmula Podemos y la del resultado esperado. 

Acosado por las deudas y procurando mantener la ética por encima de los bancos, IU siguió la senda marcada por Julio Anguita de un "frente amplio" integrador de toda la izquierda, aunque nunca revelase que el eje volvería a ser el PCE, lo que hace imposible la formula. Hasta Pablo Iglesias sabía que el tributo de escenificar esa unión era una parte del pago por el millón de votos de IU. El error fue pensar que el futuro inmediato es una repetición del pasado inmediato.


Y DESPUÉS DEL DIAGNÓSTICO COMÚN ¿QUÉ?

Podemos e IU coincidían en el diagnóstico. Pese a ello, su coalición quiso mantener intactos sus mensajes diferenciados y que, además, les hacía diferentes. Probablemente porque ya sabían que su público objetivo, sus votantes, no compartían el discurso del otro. Por eso la alianza con los otros grupos funcionó en el caso de las elecciones de diciembre y en esta ocasión de junio no ha sido así. 

El alarde comunista del PCE vía Garzón no ha casado con el sorprendente viraje permanente de Iglesias desde la denostada revolución bolivariana a la ambigua socialdemocracia de Zapatero. En ambos casos han demostrado que, tras el diagnóstico, la coalición no ha sido capaz de establecer un "ideario" y una estrategia capaz de mantener e ilusionar a un mayor electorado, no transversal, sino socialmente amplio. 

Iglesias no se arrepentirá bastante de las humanamente respetables lagrimas en el hombro de Anguita ni Garzón de no haber escuchado a quienes desde muchos puntos de España, también desde Asturias, avisaban de que la búsqueda del sorpasso al PSOE no era una cuestión de unos días, pero el zarpazo a IU si era cuestión de una sola fecha. Con el "oso herido" que es ahora Podemos, a IU le costará mucho resituarse y reivindicarse políticamente.


Ambos, IU y Podemos, deberán encontrar -juntos mejor- una estrategia social y parlamentaria capaz de atraer a esa población cabreada e indignada; no sólo a la del 15-M: también a la que sabía que la corrupción no es un problema político para quien la práctica y que la España del PP es una calle a barrer con tiempo y saña, para lo que ya no nos valen las canciones de Quilapayun.  Y, mientras, dejar al PSOE que se lama las heridas y los liderazgos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario