lunes, 6 de enero de 2014

Euskadi después de Durango

La paz en Euskadi no avanza, pero la historia de esa guerra está aparcada. Hay quien se esfuerza en reclamar que se escriba un relato objetivo de esos casi cincuenta años del denominado conflicto vasco pero ni el Gobierno peneuvista de Iñigo Urkullu ni los protagonistas de una y otra parte tienen un especial interés en que así se haga. La realidad les supera y ha convertido en papel mojado la Ponencia de Paz propuesta en su dia por el PSE-PSOE, la elaborada por el PNV y hasta los discursos en el Parlamento de cualquiera de los grupos políticos representados, que apenas consiguen “posicionarse” sin que se les note lo forzado de la postura.
Ex-convictos de ETA, reunidos en Durango (Foto EL PAIS)
La “cumbre de expresos” de ETA en Durango tiene un significado especial por todo lo que ha removido, no solo por la foto de 63 convictos que han cumplido su pena en base a las propias leyes españolas, aunque haya tenido que ser el Tribunal Europeo de Derechos Humanos el que obligara a su aplicación. Los expresos se han echado a la calle, han apoyado el comunicado de los que aún permanecen en las cárceles y se han erigido en el emblema de lo que debería ser el reto y el futuro real y más sutil de Euskadi: el de los juegos de la convivencia. La Euskadi política vive como un espectador más el final de ETA y ve cómo los protagonistas verdaderos (ETA e Interior) han conseguido hacerse con el guión al margen de los partidos políticos y del propio Parlamento vasco, en el que el PNV tenía puestas tantas esperanzas.
Conviene recordar que el abandono de las armas le vino al PSE-PSOE a contrapelo, o eso parece y nadie lo ha desmentido; que al PP le pilló con su líder más destacado en el viaje de salida y su sucesora aún anda buscando las llaves de la luz; que el PNV se encontró el comienzo de la paz en su año más horrible, el de la desorientación hasta que los socialistas decidieron echarle una mano por conveniencia propia; y que la diversa izquierda abertzale aún estaba aprendiendo a gobernar y mirando de reojo a quienes tenían el mando a distancia de su futuro, ETA y la recién llegada Sortu. Solo la voz en el desierto de Patxi Zabaleta, líder de Aralar, nos advirtió en varias ocasiones de cual era el camino, aunque en un tiempo que ni el mismo era capaz de precisar.
DE LA CARCEL, A DURANGO
El auto del juez de la Audiencia Nacional, Santiago Pedraz -y la opinión de la Fiscalía- decidiendo que no había motivos para prohibir la concentración de ex presos que ya han cumplido su condena, ha sentado la clave de lo que es posible en ese largo camino de la convivencia entre vascos tras el abandono de las armas por parte de ETA. Por lo que dice y por lo que no dice, la Justicia vigila y vigilará que nadie atente contra el marco jurídico actual y que es dentro de esos límites por donde debe transcurrir, si es posible, ese reencuentro social sin armas. La política, incluida la que desarrolle el Ministerio del Interior, tampoco podrá avasallar ese espacio del estado de derecho forzado por sus votos y compromisos con algunas asociaciones de víctimas, y tendremos que entender que los modos de la política penitenciaria recogidos ya en el Código Penal es la última herramienta que le queda al Gobierno frente a ETA.
Se le quitó importancia al comunicado que la banda terrorista hizo antes de esa reunión de Durango porque parecía no anunciar nada nuevo con el envoltorio, salvo que los presos hablarían. Pocos se percataron de que ese deseo de hacerse presentes era el anticipo de una rendición principal, guardadas ya las armas: el baluarte de los presos iba a caer y ya nada tiene vuelta atrás. Ellos, los presos, eran la clave del arco y todo hacía pensar que sólo por ahí se llegaría a la paz final. La sentencia de Estrasburgo sobre la doctrina Parot les dio hecha la coartada, la de tener a sus agentes más destacados, los presos, en la calle sin necesidad de esperar al beneplácito o un acuerdo del Gobierno de Rajoy. Con la paz afincándose en la calle por la vía de los hechos y la mitad de los presos fuera, lo demás parece importar menos.
EL INFLUJO DEL “AKELARRE”
En muchos aspectos, el “akelarre” de Durango al que se refería el ministro Fernández ha tenidos efectos no tan mágicos para las fuerzas políticas de Euskadi y el propio Gobierno de Rajoy. Demuestran que, más allá de esa sensación de esa visión excepcional de la política penitenciaria, existen formas y vías para poner fin a este proceso que de fe de vida a la paz y que los cauces de la Justicia son suficientemente anchos, porque obliga a los condenados y respeta los derechos de todos. A los lados de ese cauce se seguirán escuchando las voces de quienes han encontrado en la existencia de ETA y la aspiración de la independencia su razón de ser. Y al otro lado permanecerá esa parte de la sociedad que, ajenos al dolor de las víctimas, comienzan a sentir la soledad que la paz produce a veces.
Bildu siente en el cuello el soplo de los que le exigen que incremente una presencia social perdida, una capacidad de influencia como la que, por otros medios y con otros motivos, tenían; han perdido fuelle desde que hicieron acto de presencia en las instituciones y no han conseguido que se cumplan los santos mandamientos que condicionaban la paz al futuro de los presos. Bildu ha perdido o dejado a ETA y los presos el protagonismo de la normalización de Euskadi, pese a sus continuas comparecencias. Saben que solo pueden alzar la voz, sin más consecuencias, para reclamar lo que reclaman; el fin de la dispersión, el final de una política penitenciaria reinterpretativa del Código Penal y que vulnera derechos, aunque añadan coletillas viejas como la capacidad de decidir sobre el futuro de Euskadi y su autogobierno y la negociación del futuro de Euskal Herria con los gobiernos español y francés. Incapaz de ponerse por delante de los verdaderos protagonistas de este final de ETA, sus presos y las asociaciones que los representan, EH Bildu se ha refugiado en un discurso vacío y sobrepasado por los hechos. Si algunas vez creyeron ser los representantes de esa vanguardia que ETA decía ser, la realidad les va convirtiendo a pasos de gigante en una fuerza política disgregada y sometida al albur de los votos y el sentimiento de los votantes como ciudadanos, no solo como militantes, que viven el día a dia de los gobiernos abertzales allí donde les han colocado los votos.
En este escenario imprevisto, la crisis económica y su debilidad parlamentaria no le permite al PNV recitar con fuerza su letanía sobre el derecho a decidir, porque el foco de la actualidad vuelven a ser los presos y esa cuestión no está en su mano pese a la lastimosa petición de encuentro que Urkullu le ha hecho a Rajoy para tratar esta parte de la historia. Con un PP vasco adormecido y sin otra hoja de ruta que el parcheo político de los presupuestos del PNV, el presidente del PP mira hacia otro lado y sabe que en esta hora como nunca la partida sobre Euskadi la juega él y que será su gobierno quien, antes o después, protagonice el final del terrorismo. Será el regalo de ETA a EH Bildu y del PP español al PP de Euskadi, que duerme mientras sueña con ese día.
Aunque los enunciados de los partidos sobre la paz hayan desaparecido, el “euskobarómetro” del Gobierno vasco más reciente mantiene la importancia de este tema para los ciudadanos. Por eso se entiende menos la ambigüedad del PSE-PSOE, al que le vaticinan dos escaños menos si hubiera elecciones autonómicas hoy, como al PP. A pesar de su apoyo al gobierno del PNV con el pacto económico para cuatro años y su visto bueno a los presupuestos de 2014, la sociedad no se reconoce en el PSE-PSOE, que durante casi cuatro años gobernó Euskadi. Todo hace pensar que el espacio del socialismo vasco atraviesa un larga etapa de indefinición política sobre las cuestiones fundamentales y la paz es una de ellas.

Es muy intenso de nuevo el aire sobre la convivencia en Euskadi después de las armas y el encuentro de Durango ha puesto a prueba la habilidad del PSE-PSOE, que ha pasado de criticarlo como “propaganda” a defenderlo ante los ataques del PP, todo ello de un dia para otro. Si el Partido Socialista vasco se mantiene en el nivel de los grandes discursos y sin capacidad de protagonismo alguno, corre el riesgo de hacerse notar solo por los juicios altisonantes pero al margen de la realidad que avanza. Por encima del debate sobre el derecho la autodeterminación, la actualidad se ha vuelto hacia el final de ETA y al PSE-PSOE le vendría bien encontrar un discurso interno y externo coherente más allá del que Rubalcaba le dejó escrito a Patxi López por si venía a cuento hablar del derecho a decidir, que no es el tema del dia, sino el de los juegos de la convivencia, reinstaurar la democracia en la calle.


Artículo publicado en Zoom News       6 enero 2014

http://www.zoomnews.es/176325/actualidad/espana/presos-intentan-marcar-paso-fase-final-del-terrorismo

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