miércoles, 12 de diciembre de 2012

Euskadi elige Lehendakari: De la bala al tuteo


A Íñigo Urkullu, candidato a lehendakari por el PNV, no le importó aburrir a las vacas con su discurso de pre-investidura de hoy, a la espera de salir elegido finalmente y por mayoría simple en la sesión del Parlamento Vasco de mañana jueves 13 de diciembre.
Hoy, a las 12 del 12 de 2012 Urkullu se ponía delante de los folios más esperados de su vida y la de los últimos años del nacionalismo vasco; folios destinados a marcar la senda de lo que la victoria electoral le deja en las manos en una Euskadi dividida políticamente a cuatro, tres territorios autónomos entre si y tras casi una legislatura con un gobierno monocolor y socialista. Y, sobre todo, con los pies pisando el charco que Artur Más le traspasó desde Catalunya con su victoria/derrota independentista.
Foto El Correo
Decir que su intervención no ofreció ninguna sorpresa no es peyorativo, sólo reflejo de la realidad dual que el candidato va a tener que regir en la nueva legislatura: De una parte, sin mayoría parlamentaria y con la necesidad de establecer pactos para sacar adelante sus propuestas. Todas ellas limitadas en función del grupo parlamentario que se las apoye para mantener su anuncio de recortes, ajuste del tamaño de la Administración y, para oídos socialistas y los de la propia casa, la necesidad de establecer un nuevo modelo fiscal al que las Diputaciones forales, tan poderosas ellas, hasta ahora le negaron al lehendakari Patxi López.
De otra, la realidad ideológica ideológica, sobre la que aún cae el agua de la “gota catalana” que tanto duele aún. Urkullu se tentó la ropa antes de balancearse en la senyera catalana probablemente porque aún retumba en el PNV el eco interno del ruidoso Ibarretxe y porque sabe que, en ese vuelo ideológico, por delante y enfrente tiene a la mayor novedad del día de hoy: la presencia parlamentaria de la izquierda abertzale de EH-Bildu, con discurso similar al del PNV en la letra gruesa, y con ETA en su zulo particular.
A las 12 horas del 12 de este 12 de diciembre el Parlamento Vasco debería haber colocado en el suelo de entrada una gran placa de cemento para que dejaran su huella todos los nuevos parlamentarios y una sola leyenda: “Por aquí pasamos todos”. La intervención de Laura Mintegui, finalmente presentada como candidata por su agrupación a presidir la Lehendekaritza iba a ser y fue más significativa por simbólica que por su contenido: nada nuevo en el discurso de la izquierda abertzale, mientras, Arnaldo Otegui retwiteaba desde la cárcel la posibilidad de que París (sic) actúe como valedor para la desaparición total de la banda terrorista. Su presencia en la tribuna como aspirante ha sido una escenificación sobre el respaldo popular de esa izquierda que ella representa, la puesta en valor de una sola cara por encima de tantos protagonistas diversos y dispersos aún y el recuerdo de que EH-Bildu es la segunda fuerza política en el Parlamento Vasco.
No es poca cosa la moderación del candidato Urkullu y sus urgencias y prioridades políticas y económicas respecto de Euskadi y el PP ni es menos importante el gesto de la candidata Mintegui, que tendrá que personalizar –dirigir tal vez sea demasiado aventurar- la política que, al menos en el Parlamento, EH-Bildu tendrá que defender y negociar con otros grupos si no quiere desaparecer aun siendo el segundo grupo mayoritario entre esas cuatro minorías.

La experiencia de gobierno de EH-Bildu desde las pasadas elecciones municipales no ha dado frutos sustanciales y, de hecho, Guipúzcoa, que era su mejor lecho, se ha convertido en un talón de Aquiles por sus impopulares medidas. En esa experiencia Laura Mintegui leerá que su mejor valor es el de haber podido estar hoy allí y presentar de tú a tú carta de naturalidad donde hasta hace poco el ruido de bombas y balas resquebrajaban más aún la hermosa escultura de Eduardo Chillida que preside el Parlamento Vasco. 

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