jueves, 6 de septiembre de 2012

Anes de que pase el día: El doble juego de la presidenta de Navarra con el Defensor del Pueblo


Sólo la desorientación política que atraviesa el Gobierno de Navarra, que preside doña Yolanda Barcina, permitiría comprender, que no aceptar, su propuesta de ahorro de la Administración Pública foral a costa cerrar la institución del Defensor del Pueblo/Ararteko. Y en pocas ocasiones como en esta tienen tanto significado los conceptos desorientación política, ahorro y foral.

Foto: E. Dijes. EFE
Es histórica la reticencia de la derecha a la existencia de los Defensores del Pueblo, sean uno solo como deseaba Enrique Mújica cuando lo era para toda España, o ninguno, como la presidenta de Castilla-La Mancha, María Dolores de Cospedal demostró con urgencia y premeditación pocos después de su toma de posesión para poner fin a aquella caterva de rojos escondidos en los despachos de la institución manchega. Ni siquiera fue fácil poner en pié la institución de la Defensora del Pueblo de Navarra, como bien conoce D. Alberto Catalán, entonces secretario general de UPN y actual presidente del Parlamento foral.

Esa reticencia a la presencia de los Defensores del Pueblo va estrechamente unida al deseo de los gobiernos de cualquier ideología a no sentirse vigilados, por lo que incluso no se ha dudado en situar “en el otro lado” a los titulares de las Defensorías, incluso a los y las menos sospechosos de proximidad ideológica.

La propuesta de la presidenta del Gobierno de Navarra, sin embargo, nace de una filosofía más enraizada: la de evitar en lo posible que las quejas ciudadanas sobre la mala o dudosa actuación de las Administraciones públicas tengan un cauce mayor de presencia y de eco que el cansancio y el aburrimiento en los propios pasillos de quien es responsable de dichas irregularidades cuando se dan. Se ollvida que de esa manera también se anula la capacidad de mejora de la propia administración pública, si esto fuese motivo de preocupación en este o cualquier otro caso.

No es baladí recordar que las instituciones del Defensor del Pueblo se crearon para la mejora de esa administración y que hubo y hay ejemplos fehacientes de la bondad de ese objetivo, como también otros de lo contrario, por inactividad de sus responsables o cerrazón de sus interlocutores institucionales o políticos, cuyas consecuencias solo pagan los ciudadanos. Y recordar asimismo que, salvo esas excepciones en las que el Defensor del Pueblo es valorado por todas las ideologías como patrimonio ciudadano y seguridad jurídica hasta niveles como los alcanzados en Aragón o Catalunya, sus presupuestos para la gestión de estas instituciones siempre han sido escasos y siempre dependientes de los presupuestos de los correspondientes Parlamentos, de quienes los Defensores del Pueblo son comisionados, en ningún caso de los Gobierno, salvo esas extrañas excepciones que Madrid se inventó con defensores/funcionarios que eran juez y parte.

El presidente del Parlamento foral de Navarra tiene en su mano las cifras y los recientes tajos al presupuesto de la Institución del Defensor en Navarra, como tiene en su memoria lo barato que fue crear desde el consenso político dicho organismo.

Hace pocos años todavía que la institución del Defensor del Pueblo de Navarra era la mejor valorada por los ciudadanos, incluso por encima de la temida Cámara de Comptos, lo que contribuía a dignificar aún más la imagen y valoración de su organo rector, el Parlamento, a veces tan denostado en esa tierra. Por eso, la propuesta del Gobierno de Navarra de dejar sin actividad al Defensor del Pueblo como quien cierra una ventanilla de venta de billetes de autobús solo cabe entenderse como parte de ese siempre inacabado viaje de Yolanda Barcina hacia el prometido espacio que tiene allí, junto a la bandera de la madrileña plaza de Colón, la que se cae de vez en cuando aunque la Sra. Cospedal la vigile con denuedo.

Todo ello forma parte de esta desorientación política desde la ruptura del Gobierno con el PSN, cuyas bondades, si las hubiera, corresponde ahora ensalzar. Salvar el bache de la minoría parlamentaria, de la minoría social y de un futuro electoral tan extraordinariamente abierto, cuando ya el PP ha mellado la propia cantera de UPN y clavado las uñas de la gaviota azul en las barras del escudo foral, es un escenario que exige cordura política, búsqueda de acuerdos para redefinir el futuro personal, incluso el de Yolanda Barcina, el de su partido y el de Comunidad foral navarra

Agredir los derechos de los ciudadanos más de lo que ya se hace por supuestas y absurdas razones económicas, siempre ideológicas, es una tarea tan de bajo nivel que solo sale de ella sin perder plumas la presidenta de Madrid, a la que todo le vale y poco importa. Pero Madrid es una Comunidad que adoptó hace muchos años la indefinición como seña de identidad y es sensato pensar que nunca como ahora Navarra necesita reforzar o buscar sus señas de identidad, sin hacerse sangre en el ombligo, pero con visión clara, y sin mirar hacia otro lado que no sea la propia Comunidad foral.

Incluir como razón de la crisis económica en Navarra la existencia y presupuesto del Defensor del Pueblo, incluso el actual, es un mal chiste. Pero, además, deja en evidencia el doble juego de la presidenta Barcina.

(Publicado en el diario Noticias de Navarra. (6/septiembre/2012)

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