Ramón
Arcusa y Manolo de la Calva, conocidos como el Dúo Dinámico, ya no peinan canas
porque se las tiñen, pero el PP les va a comprar los derechos de autor para su
reforma de las pensiones. Aquel "Somos jóvenes" que ya es historia de
viejos va a recibir un renacer imprevisto en este afán de la derecha
europea de esquilmar el futuro de quienes viven de un salario hoy, ayer y
mañana
La
reforma de las pensiones que el Gobierno de Mariano Rajoy ha puesto en marcha va
a consagrar al rejuvenecido Dúo Dinámico y convertirá esa canción en el himno
de esta nueva generación que, a punto de jubilarse, seguirá trabajando para
incentivarse su propia pensión, como también las generaciones siguientes
para poder mantener un viable poder adquisitivo en una sociedad devaluada y
encarecida cómo la que se avecina.
No
ha hecho falta que el Partido Popular retorciese de nuevo la estructura y
criterios del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) para amañar el
perfil de la sociedad española. Le ha bastado con dar un zarpado al régimen de
las pensiones para convertirlo, de un sistema solidario, en un sistema
recaudatorio con el que tapar los agujeros que los impuestos insuficientes no
cubren, aunque todos sepamos que bajar impuestos o crisis del Sistema de
Seguridad Social son los nombres que se dan a ese afán de esquilmar la sociedad
por otros intereses. Ya antes, para rebajar la deuda sin tocar impuestos,
reequilibrarlos o extenderlos y poder refinanciar las consecuencias de la
crisis bancaria, manejó en silencio y a su antojo la caja de reserva de la
Seguridad Social. Las mayorías absolutas permiten eso, pero la desviación
oscura o secreta de los recursos aportados por trabajadores y empresarios en
nombre de la crisis nos permite pensar que hay malversación cuando, hasta
ahora, nunca se quiso unir el destino de los Presupuestos Generales del Estado
a los de la Seguridad Social.
La
sociedad española, aunque más longeva pasará a ser progresivamente más joven
porque la edad de jubilación se irá retrasando conforme pasen los años del
calendario, aunque las fuerzas físicas vayan decayendo. De ser sujetos de
derecho, las pensiones nuevas nos convierten en objeto económico
fundamentalmente. Es la ruptura sin matices entre la visión social hasta ahora
imperante, en la que el bienestar era un objetivo prioritario en la misión del
Estado, y la doctrina que año a año se ha ido imponiendo en los países europeos
de la mano de la derecha gobernante o de las políticas estranguladas por el
poder financiero. Cosas de la globalización, que progresa desinflando los
sistemas de protección existentes en Europa mientras infla las desconocidas cuentas
de resultados.
El
PSOE mantiene su idea de grandes pactos que el PP no desea y por los que,
encima, cobrará un alto peaje. Mientras el Gobierno hace saltar la mesa
imaginaria del reclamado acuerdo con una escenificación que nos trae a la
memoria viejas historias nunca acabadas.
Tras
la victoria del PSOE en 1982, el flamante ministro de Trabajo y Seguridad
Social, Joaquín Almunia, tuvo que afrontar pocas semanas después de su nombramiento,
lo que se iba a convertir en su cadena como ministro: la Seguridad Social. Casi
en paralelo, una publicación semanal ya desaparecida, “Actual”, denunciaba el
fraude de cientos de empresas al Régimen General; un fraude multimillonario que
ahora nos parecería insignificante junto al eco de los que nos ocupan a fecha
de hoy. En esas mismas fechas y de forma coincidente, la comunicación se inundó
de anuncios pagados -y no solo como publicidad- procedentes de compañías
aseguradoras y fondos de pensiones que nos advertían del oscuro futuro, de una supuesta
crisis insalvable de la Seguridad Social. También a Almunia le costó su posterior
reforma de las pensiones un agrio e histórico enfrentamiento con la UGT,
entonces más fuerte y decisiva, que dejó de ser el PSOE como “partido hermano”.
Treinta
y un año después, la estrategia de la derecha económica parece que conseguirá
su viejo objetivo, lo que ni siquiera logró con la UCD de Adolfo Suárez. En
2013, el PP nos presenta a bocajarro el dictamen mayoritario de un grupo de
expertos, exactamente los mismos zorros que podrían encargarse de cuidar del
gallinero y que traducen las mismas consignas de hace tres décadas en sesudas
conclusiones, admoniciones y advertencias destinadas a continuar con la particular
estrategia del PP desde que nos gobierna: el miedo y el dinero y en ese caso de
las pensiones pasa de puntillas por el hecho de que ese fondo estatal para las
pensiones presentes y futuras se alimenta de las cotizaciones que trabajadores
y empresarios aportan cada mes. El Pacto de Toledo habría sido el marco lógico
donde impulsar ese estudio, pero ese Pacto ya ha sido maltratado por el
Gobierno de Mariano Rajoy como ha querido.
El
secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba anunciaba que el Gobierno
tendrá que negociar sus planes de reforma de las pensiones con su partido, con
los demás partidos, con los sindicatos, con los empresarios… Como en su día
Almunia, Rubalcaba se enfrenta a la que también puede ser su cadena, lo que
haga salir al PSOE de su letargo. O no. Mientras, el futuro confirma la
amenaza: Somos pura carne de cañón, carne más joven cuanto más longevos.
Artículo publicado en Diario Noticias de Navarra (DNA) 11 junio 2013
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