“Mi vecina se deshace en cariños durante San Fermín. El
resto del año ni me saluda”. Es un dato real. Lo contaba una vecina “rojilla” en los años
ochenta, cuando en las calles cercanas a la Puerta de Zumalacárregui se
confundían caras, edades e ideologías. Quienes creen que los cielos nublados de
Pamplona son el manto de San Fermín boca abajo, se equivocan. El santo chiquito
solo confunde las mentes esos siete días de julio en que la capital navarra se
viste de blanco y rojo, cambia los horarios y el carácter y la ciudad es una
masa blanca y roja que se mueve cuando un cohete estalla y el griterío rompe.
Por esa marea blanca y roja que es Pamplona durante San
Fermín se mueven miles de corrientes internas, tantas como variada es la vida
social y política de Navarra, que se concentra en esta ciudad extensa, modelo
de planificación y mezcla transparente de culturas y lenguas. Pamplona es la
muga entre la tierra euskaldun del norte y el sur ribero, tan diferentes como
el Baztán y las Bardenas, y entre ambas pugna por moderar la convivencia de una
ciudad que va más allá de sus límites para aunarse en una Cuenca (comarca)
llena de ciudades/barrio.
La marea blanca y roja
· El santo y el reportero de guerra
· El programa de fiestas
· Los toros de San Fermín
· Ruta breve para no perder el tiempo
Artículo publicado en http://www.zoomnews.es/ 23 junio 2013
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