Fue
difícil no mirar uno por uno a aquellos viejos euskadikos, compañeros de
batallas, mientras el director de la Editorial Tecnos relataba por qué su
interés en publicar obras sobre el nacionalismo vasco y europeo, ante un auditorio
mayormente no nacionalista, sino vasquista, que es una forma de estar en la
antípodas de algo aunque a unos y otros los separe solo una calle, la de la
exclusión. Y por qué publicar, con lo que está cayendo, la historia de 20 años
de ETA poli-mili, cuando esta otra ETA, que colea sin disparar al menos, está a
punto de recorrer el mismo camino que la ETA origen de Euskadiko Ezkerra: del
fuego al fracaso, costando lo que costó.
Gaizka Fernández Soldevilla, historiador, autor de "Hérores, heterodoxos y traidores |
“Héroes,
heterodoxos y traidores” es una visión histórica, investigación narrada por un
joven Gaizka Fernández Soldevilla
que se renace en cada capítulo y se aburre pensando en volver al aula
universitaria cada día. Una historia, como decía pocas horas después alguno de
esos euskadikos y ex etarras, que nunca debería haber existido y que, ahora que
se reescribe, vale para encontrarse con la verdad documentanda: Idealismo,
autoritarismo interno, impulso juvenil, exilio, carcel y víctimas que no fueron
escuchadas a la hora de diseñar el final de esa historia, ese salto a la
democracia desde las armas.
Una
peripecia que, finalmente, no evita parecer la forja de unos traidores, para
unos, los que permanecieron en ese lado de la raya entre violencia y
convivencia, entre armas y democracia; pero también la de unos heterodoxos y
una heterodoxia de viejos ortodoxos de la libertad frente al franquismo, que
los llevó a embarrancar, ajenos a la gestión de los recursos, en la puerta del
socialismo vasco, cuando el PSOE buscaba rincones inquietos para dar base a su
ortodoxia.
Gaizka Fernández Soldevilla y Esozi Leturiondo |
Finalmente,
una historia que ha convertido en héroes a personajes ya lejanos en la memoria
de sus obras e ideas, como este Mario Onaindia que se superpone al paso de los
años. Desde la lejanía, dicen sus compañeros, le salva su inquitud intelectual,
a un paso del deambular politico y metros por delante de la realidad de los
comunes que le acompañaron. No lejano, solo inmerso en sí mismo. No equívoco,
solo discutido. No triunfal, pero siempre respaldado.
Esa
parte del relato en el que quienes le siguieron volvieron a clavar los postes,
las cotas a la democracia interna tan usuales cuando disciplina y organización
resultan demostrarse incompatibles con inquietud, realidad o inteligencia.
Héroes
que el tiempo no ha mitificado pero tampoco se les ha vinculado al final de
todo ese camino, probablemente porque, como se suele pensar, lo importante es
el camino que se recorre, aunque en la llegada espere el desierto. Una
historia, en todo caso, en la que las condenas a muerte, incluso dobles, son
noticia, diversas cárceles son el cobijo de muchas ideas y el encuentro con la discutible
realidad de los propios, y el descubrimiento de que los virus internos que
otros heredarán sin haberlos vencido anteriormente son datos subrayados en negro. Y es dificil entender que
ese recorrido sea solo sea causa del furor juvenil, aunque, por encima de
héroes, mitos, ortodoxias y traiciones, el fracaso sea el triunfo del destino.
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