Gaizka Fernández Soldevilla, autor de “Héroes, heterodoxos y traidores”, (Ed.
Tecnos. 2013), lleva el nombre de Mario Onaindia marcado en la piel de su
historia académica como esa luz de la pintada de Galdakao, de hace tantos años, hecha ya pared. Antes de comprobar
que en la Biblioteca Nacional lo más claro sobre el nacionalismo vasco era el
vacío, nada que encontrar, ese navegante por la historia del nacionalismo y
fundador de Euskadiko Ezkerra que
era Mario se había convertido en vigía de la investigación.
La obra de Gaizka F. Soldevilla no está editada por la Fundación, pero entre el también coautor de “Sangre, votos, manifestaciones: ETA y el nacionalismo vasco radical, 1958-2011” (Tecnos, Madrid, 2012) y la FMO/MOF hay un hilo de admiración cordial e incluso generacional.
La obra de Gaizka F. Soldevilla no está editada por la Fundación, pero entre el también coautor de “Sangre, votos, manifestaciones: ETA y el nacionalismo vasco radical, 1958-2011” (Tecnos, Madrid, 2012) y la FMO/MOF hay un hilo de admiración cordial e incluso generacional.
Se le notaba a Esozi Leturiondo, pequeña, enérgica, ante una mesa
demasiado alta para todos y la bajo luz justa para ver el brillo de los ojos,
esa mirada cómplice, con Gaizka a su derecha, bajo el cartel de una obra que le
hubiera gustado editar a ella. Viuda de Mario (“Mi viudez ya está convalidada”,
decía hace pocas semanas en Zoom News, entre agria y dolida),
exparlamentaria socialista y presidenta de la Fundación que “no es un memorial
a Mario, es la continuación de su obra como político, como intelectual y como
persona”, creo recordar que dijo en aquella entrevista.
Con esa voz que intenta edulcorar a cada palabra, Esozi se soltó el
pelo de las emociones y leyó ese “apunte a mano” que abría el acto.
Esozi Leturiondo: “Saber que no íbamos a gobernar nos hacía más libres y
descarados”
“Con la edad se va
desarrollando una especie de filtro, que en el fondo es un mecanismo de defensa,
que consiste en mantener una memoria selectiva”, comenzó diciendo, para
advertirnos que “nos acordamos de lo que queremos y yo tengo tendencia a
recordar las constructivas, las que me hayan aportado. Por lo que, con todas
las reservas, lo que voy a contar sobre EE es lo que yo percibo”. No quería “representar
a nadie y, seguramente no aguante un contraste mínimamente objetivo” con
humildad escrita, a sabiendas de que todos los que encogían la memoria en la
butaca vivían la memoria a su manera, dispuestos a escuchar la narración de
“una historia que es la suya”, como diría Gaizka después en las dedicatorias.
Esozi Leturiondo y Gaizka Fernández Soldevilla |
“Para mí fue una escuela primaria
donde adquirí una serie de principios que me han servido a lo largo de la vida,
porque no hay que olvidar que éramos unos salvajes asilvestrados y bastante ácratas.
Cuando me acuerdo lo sectaria que era, me da vergüenza”. Y a punto y seguido
describió cinco razones que fueron lo que ella denominaba “los cimientos”,
recordando que
1. Que la
violencia es una monstruosidad que lo encanalla todo
2. Que la
pluralidad y la democracia van unidas, son valores imprescindibles.
3. Que las
reglas de juego se respetan siempre.
4. Que nunca
se acaba de ser aprendiz de demócrata.
“Y, para terminar –dijo Esozi-, en
mi caso al menos, tengo que decir que aquel viaje, mereció la pena”.
José Luis de la Granja
(UPV): La mejor heterodoxia del nacionalismo
“Su ambición no era ocupar puestos, ellos
representaban una propuesta visionaria, critica y por civilizar”, decía José Luis de la Granja, catedrático de Historia Contemporánea
de la Universidad del País Vasco, hablando delante de ocho decenas de
euskadikos, militantes o afiliados a Euskadiko Ezkerra, ex ”polimilis” o
exetarras, a secas. De la Granja
fue director de lo que en un principio fuera la tesis doctoral de Gaizka
Fernández Soldevilla, como miembro recién llegado de esa segunda generación de
historiadores vascos y, luego revisada y ampliada, convertida en libro, obra que él ha prologado.
La
historia de Euskadi de los últimos cincuenta años transcurre por encima de lo
que él denomina “una tragedi vasca”: primero la dictadura de Franco y otros
cincuenta sobrepuestos de ETA, y esa es la sombra histórica que se despliega
sobre la propia historia de ETA político militar, desgajados de ETA y de donde
luego nacería el partido Euskadiko Ezkerra (EE). Hasta 1993, en que es
absorbido por el PSOE, con sus cuadros y sus deudas.
“Como
escribía Juan María Bandres, los euskadikos estaban condenados por la ortodoxia
de la iglesia jeltzale, el PNV, que
eran los moderados, frente a los protestantes de HB. Euskadiko Ezquerra era la
heterodoxia frente unos y otros”. De la Granja opina que EE es lo mejor de la
esencia heterodoxia junto a Acción Nacionalista Vasca (ANV), que luego se
convirtió en un apéndice utilitario de Herri Batasuna hasta ser ilegalizado
hace pocos años y de la historia de Euskadiko Ezquerra resalta la etapa desde
la unión de EIA con el PCE, hasta la convergencia con el PSOE. Desde su
dimensión real (un 10 por 100 del electorado vasco), EE fue la tercera vía del
nacionalismo heterodoxo. Y todos coinciden en señalar, además de su
peculiaridad organizativa interna, sus aportaciones a la democratización del
nacionalismo vasco. “Los herederos de HB han necesitado 30 años para asumir la
vía no violenta o decir que la asumen”, cerraba De la Granja, antes de afirmar
que “ETA es la peor herencia que ha dejado el franquismo al País Vasco y la
democracia”.
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