Yolanda Barcina echa de menos a Patxi López en el debate del estado de la Comunidad
foral de Navarra. Reclama un pacto “a la vasca” con el PSN-PSOE, al que le
vuelve a morder la mano y anuncia que no convocará elecciones anticipadas. Todos,
incluido el PP, reclaman a UPN un plan de futuro o que dejen el gobierno. Según
Patxi Zabaleta, la madre de Barcina sabe el significado de “Barcina, agur” (Barcina, hola/adiós)
Sin
respuestas. Yolanda Barcina, presidenta del Gobierno de Navarra, cerraba el
debate del Estado de la Comunidad foral preguntándose si tantas horas de
discusión habían servido para ofrecer respuestas a los problemas de la
sociedad. Ella misma se respondía: No. Más allá de las palabras, las
intervenciones olían a vísperas electorales, no confirmadas, pero deseadas por
la mayoría del Parlamento. Solo la discutida presidenta era capaz de hilar un
relato concreto: el de su pesadilla personal con todo lo relacionado con el
País Vasco o las políticas de los partidos nacionalistas. Eso sí, cerraba
reclamando a los socialistas navarros su derecho a conseguir un pacto con el
PSEN-PSOE como el que los socialistas vascos han cerrado con el PNV para
sostener el también minoritario gobierno de Iñigo Urkullu.
Daba la
ocasión de que en vez del secretario general del PSN, Roberto Jiménez, hubiese
deseado tener enfrente al del PSE-EE, Patxi López, para hacer más lacerada su
crítica por la oposición a que la someten los navarros después de un año de
gobierno bipartido y haberla aupado a la presidencia a la que ahora se aferra. Si
el exlehendakari vasco López hubiese estado presente y escuchado las reiteradas
alabanzas de la dirigente de UPN a su capacidad de entendimiento con la derecha
o el nacionalismo, seguramente se hubiera preguntado en qué se había equivocado
él.
Entre la
realidad y el deseo, Barcina deambuló por el debate del estado de la Comunidad
foral citando constantemente el riesgo de un gobierno tripartido alternativo,
del que las encuestas hablan como posible, y la fatídica gestión que los
partidos adversarios o sus homólogos llevan a cabo en el resto de España. En
ese viaje por el resto de Comunidades Autónomas, que algunos calificaron de
“viaje en globo”, como se lo calificaron, dejó claro que Navarra no es el
paraíso ideal, pero sí el mejor de los posibles. Estuvo a riesgo de caer en la
autocomplacencia, no por salvar su gestión, sino por demostrar con datos
recogidos en la Prensa o en declaraciones de terceros que lo de los demás es un
infierno y ese es el horizonte que a Navarra le aguarda si socialistas,
nacionalistas de diversa índole y los “comunistas” de Izquierda-Ezkerra llegan
a formar ese gobierno de cambio que desean.
Llegar a
él significa, y es algo asumido ya por el PSN-PSOE, la convocatoria de
elecciones anticipadas, un arma que solo Barcina posee y con la que tiene
derrotada a toda la vida política de la Comunidad. Su anuncio de que cumplirá
toda la legislatura (18 meses más) es todo un reto, especialmente para los
socialistas, que han cerrado su discurso de “nada contigo” pero les cuesta
llevar a la sociedad los datos que confirmen que tampoco habrá nada con UPN, el
partido que Barcina preside también. Más que amedrentarse ante un debate que
sabía agrio de antemano, retó a toda la oposición a que volviese a presentar
una nueva moción de censura, “eso si, tendrá que ser propositiva”, con
presentación de alternativa clara, recordó, a sabiendas de que ese escenario ya
forma parte del pasado primaveral, porque todos, incluso el PP, buscan un
cambio pero nadie se fía de nadie y por eso reclaman la reválida electoral.
Como
esperaba, la presidenta escuchó todo tipo de alusiones a su pedigrí
democrático, autoritarismo político, desprecio al Parlamento ….. Lo que los
demás no esperaban es que la ella hablase de todos los gobiernos regionales
dirigidos por la izquierda o nacionalistas, menos del Gobierno de Navarra. El photoshop
encubrió la realidad navarra, con sus luces y sus sombras, y la presidenta
regionalista dejó a todos con la incógnita de cual es su hoja de ruta, la que
uno tras otro le fueron reclamando, además de desautorizar al Parlamento,
rechazar sus iniciativas legislativas y seguir gobernando en minoría a golpe de
decreto.
Pocas
veces Yolanda Barcina había expresado tan elocuentemente como en este debate
sus más profundos temores por la “patria amenazada” y, como si nada hubiese
cambiado, volvían a escucharse en el hemiciclo navarro las viejas letanías del
expresidente Miguel Sanz sobre la ansias nacionalistas respecto a Navarra. Sólo
que para el discurso de su sucesora en este 3 de octubre, terrorismo y
nacionalismo es un mismo concepto. EH Bildu y Aralar la acusaron de forjarse
una realidad inexistente de Navarra, pero ella estaba convencida de que el PNV
navarro, integrado en Geroa Bai, y el Gobierno de Urkullu desean que a Navarra
le vaya lo peor posible porque “todo será más fácil”; a su entender, la
integración de Navarra en “la soñada Euskal Herria”.
Sobre la
mesa dejó un plan de 25 puntos que sería la base del pacto que estaba dispuesta
a firmar ese mismo día con el socialismo navarro, y que, según desveló, es una
copia literal del suscrito por el PSE-EE con el PNV. “¿Por qué allí si y aquí
no?”. No era una pregunta retórica. Barcina se mostró convencida de que todos
entenderán que UPN es como el PNV, pero sin label vasco, y que tan derecha es
uno como otro partido, según dejó claro.
En diez
horas de debate parlamentario, sólo Patxi Zabaleta, portavoz de Aralar, habló
de corrupción económica y política, sin que a la presidenta se le alterase el
tono cuando le pidió que fuese al Juzgado. Posiblemente al mismo que,
coincidiendo con la sesión, decidía archivar la causa de las dietas cobradas en
Caja Navarra. Esa fue la auténtica sorpresa del día: Caja Navarra prácticamente
ha desaparecido como problema salvo alguna alusión al intento del gobierno de
privatizar también los restos de ese naufragio, su Fundación.
En tono
casi de oración, la presidenta Yolanda Barcina ponía fin al debate anual sobre
el estado de la Comunidad y a una larga fila de interrogantes: su plan
legislativo, los nuevos presupuestos para 2014 o si volverá a prorrogar los del
año en curso, si se confirman sus velados anuncios de nuevos recortes a
funcionarios y sanidad, si mantendrá su decisión de primar las inversiones del
Opus Dei con ayudas públicas y, sobre todo, si las propuestas de resolución que
el Parlamento aprueba con motivo de este Pleno serán aplicadas o no.
A la
salida del Parlamento aún se escuchaban las palabras del expresidente Miguel
Sanz en su reaparición pública 48 horas antes: Que UPN se zafe del abrazo del
oso que mantiene con el PP y vuelva al cortejo con el PSN-PSOE. Ambos, Barcina
y Sanz, se refieren a treinta años de historia de colaboración entre los dos
partidos mayoritarios. Un antiguo dirigente socialista recuerda que con Sanz se
discrepaba pero se hizo historia. Lo de la presidenta y el secretario general
del PSN ya es un idilio imposible, aunque ninguno de los dos saliera entero del
debate.
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