Quienes
piensan que Carlos Iturgaiz es un verso suelto en el Partido Popular de
Euskadi, corren el riesgo de minusvalorar la importancia de su lírica en un
escenario interno como el de los populares y en el contexto de la desmadejada
estrategia del partido del Gobierno de Mariano Rajoy respecto del País Vasco.
Conociendo
los movimientos de la nueva presidenta del partido, Arantxa Quiroga, del
secretario general, Iñaki Oyarzabal, y del alcalde de Álava, Jesús Maroto - y
señalarles a ellos no quiere decir que sean las cabezas mas significativas del
“poder popular” en el PP, pero si las más públicas-, es posible considerar que Iturgaiz
sea un verso corto y rima asonante entre los restantes versos del poema popular
dominante. Podría decirse lo mismo, que se equivocan, de quienes piensan que,
en realidad, el expresidente del PP vasco busca su renovación como cabeza de
lista en las próximas elecciones europeas de finales de mayo próximo, ante las
dudas que puedan generarle en este sentido los corrimientos de escalafón que se
han producido desde la decisión de Antonio Basagoiti de abandonar la
presidencia del partido.
No es un
mero dato biográfico que Iturgaiz fuera presidente del Partido Popular del País
Vasco durante ocho años, que consiguiese situar por primera vez al PP como
segunda fuerza parlamentaria al encabezar la candidatura en las elecciones
autonómicas de 1998 y que lleva ocho años como eurodiputado. A pesar de los
vientos que todo lo barren en la política española y del crónico cainismo con los
dirigentes políticos españoles de cualquier color y talla, Carlos Iturgaiz no
ha bajado de la montaña con las tablas de la ley pasadas a limpio para recordar
al Partido Popular que “estoy aquí”.
Es cierto
que ha vuelto hablando de la actitud y estrategia de que su partido puede
seguir ante el cambio que ha significado para la vida de Euskadi el fin de la
violencia de ETA; tan cierto como que su discurso está inflamado del discurso
de Mayor Oreja, en activo, y María San Gil, retirada de la política. Lo uno y
lo otro constituyen parte de la esencia de la personalidad de Carlos Iturgaiz,
ya conocida. En este sentido, el retorno de parlamentario europeo a la
actualidad es la vuelta a la plaza de la voz y el discurso broncos del Partido
Popular que más apoyos consiguió y más esfuerzos para reconducirlo ha
necesitado en los últimos años, especialmente los del mandato como presidente
de Basagoiti.
Iturgaiz
es el “ángel perdido” que describe Javier Sierra y da nombre a su novela: el
que es capaz de comunicarse con la sociedad desde el comienzo de los tiempos y
en los momentos históricos y transmite a través de una tabla y piedras mágicas
toda la energía, el discurso, que iluminan la actuación de las personas y la
resolución de los grandes dilemas. Sólo los poseedores de las antiguas piedras
de la luz podrán conectarse con él. Carlos Iturgaiz conoce la evolución del
País Vasco en estos últimos diez años, con un gobierno nacionalista y otro
socialista apoyado desde fuera por el propio PP. Ha seguido el recorrido
incompleto hasta la paz tras el silencio de las armas y ha observado con
atención las razones y situaciones previas y las generadas por la renuncia de
Basagoiti.
También ha vivido, con menor intervención directa, la designación “a lo
Griñán” de la sucesora de Basagoiti, Arantxa Quiroga y cómo el Partido Popular
ha procurado mirar en este caso hacia Burgos mientras ese cambio se producía
con el estilo político menos democrático y menos respetuoso para todos.
Más allá del lenguaje, de su conveniencia de buscar frases que suenen a
clavo en el pie, Iturgaiz viene a buscar respuestas públicas del PP a las tres
grandes preguntas que aún no se han encontrado dado y, posiblemente, no se dará
en muchos meses. Por qué se le hurtó al partido un congreso que resolviese de
forma estatutaria la sucesión de Basagoiti, después del resultado electoral
conseguido tras su apoyo al gobierno minoritario del lehendakari Patxi López. Cual
es la estrategia del Partido Popular respecto de su interés prioritario en la
salida del terrorismo, las víctimas y qué protagonismo se les va a dar en la
resolución del conflicto en el marco futuro de la convivencia que se pueda
plantear desde las instituciones, como el Parlamento. Y, finalmente, cual es la
estrategia y el discurso del Gobierno de Mariano Rajoy y del Partido Popular
respecto al papel a desarrollar por el PP vasco en esa etapa final de salida
del terrorismo.
Con voces altisonantes o rimas de ripio, el expresidente Carlos Iturgaiz
es el hilo que ha hilvanado los tres espacios de sombra actuales de la política
del PP respecto a Euskadi: Cambios y jerarquías, discurso contra el terrorismo
y protagonistas de la solución final y su vuelta, más que zaherir lo que el
llama “las dos almas del PP vasco”, en realidad pone el foco sobre el riesgo de
toda minoría de desaparecer o dejar de ser significante, cuando en el conjunto
de España es el partido mayoritario y una de sus principales responsabilidades,
el final de ETA, tiene tanto que ver con el futuro de Euskadi y cómo el PP
decida conducirse de cara a ese final.
El abrazo de Rajoy a Arantxa Quiroga, pretendiendo reforzar con una foto
el agujero de una designación sin capacidad de debate ni elección directa de
los afiliados del PP, no ha cerrado esa extraña escalada al poder interno de
quien llegó a ser en la anterior legislatura presidenta del Parlamento Vasco.
Con un gobierno, el del PNV, que desde la minoría va lanzando lianas de
encuentro con los demás partidos en aquellos temas que pueden tener para ellos
más interés, Arantxa Quiroga busca el extremo de alguna para no quedar fuera
del juego político vasco de este nuevo curso, porque sus escaños son pocos y la
presidencia de la Diputación foral de Álava no es un contrapoder significativo,
porque es el propio lehendakari Urkullu quien no va a poner en jaque a las
Diputaciones por las aspiraciones del PSE-EE en cuanto a nuevos compromisos
fiscales acordados en el Parlamento. Su nombramiento es su debilidad de
partida frente al bronco discurso
de etapas anteriores –y que tantos seguidores parece tener en el PP-.
Probablemente ahí sí que encuentre Iturgaiz diferencias de tono, más que de
estrategia.
La procelosa política del ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz,
respecto de los presos y las condiciones especiales que mantiene sobre el
cumplimiento de las penas por terrorismo, dejan poco margen de juego al PP
vasco, que es un convidado de piedra en esta estrategia del ministro, al que
Rajoy deja hacer hasta que llegue el momento de plantear los pactos necesarios
que den salida por parte de ETA y del Gobierno a este estéril y contraproducente
impasse.
No es fácil preveer cual será el momento más oportuno para que llevarla
a cabo, pero esa reflexión conjunta que Iturgaiz reclama entre las “dos almas”
del PP vasco tendrá que llegar. No será para beneplátcito y satisfacción
histórica del hosco discurso de Carlos Iturgaiz y Jaime Mayor Oreja, porque el
ministro de Fernández Díaz busca ese galardón de cierre como premio exclusivo,
pero sí servirá para dar un brochazo de normalidad a un proceso de elección
interna que hizo saltar las alarmas hasta hacer que Carlos Iturgaiz bajase de la
montaña para abroncar al PP en la llanura.
Publicado en Diario Noticias de Álava 3 de septiembre de 2013
http://www.noticiasdealava.com/2013/09/05/opinion/tribuna-abierta/el-39angel-perdido39-del-pp-vasco
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