Lo
anunciaba hace pocos días Uxue Barkos, líder de Geroa Bai, vaticinando lo que
probablemente pasaría el martes 6 en el Parlamento de Navarra: El Gobierno iba
a rechazar una proposición de ley que cuenta con el apoyo de todos los grupos,
a excepción de UPN y PP, y que persigue blindar los puestos de trabajo en las
empresas públicas navarras que serán sometidas a reestructuración en el plan de
ajuste del Gobierno Barcina. Barkos no conocía aún la decisión del Tribunal
Supremo de archivar la causa abierta en Pamplona por la juez Benito por el caso
de las dietas de la Permanente en la CAN, pero advertía de que la estrategia
del Gobierno navarro, en minoría, era la de la confrontación con la mayoría
parlamentaria, como así se pudo comprobar.
Uxúe Barkos, lider de Geroa Bai (Navarra) |
Le
preocupaba que esta especie de guerra de tronos entre el Parlamento foral y el
gobierno acabe sin que se haya perfilado una alternativa existiendo ya una
mayoría parlamentaria claramente en contra de ese actual gobierno de UPN. “Me
da miedo –decía Uxue- una izquierda que no es capaz de demostrar a la sociedad
que se puede cambiar desde una mayoría progresista y, además, no estaremos
atendiendo las necesidades de la sociedad”.
Durante
los últimos meses, ese confrontación se ha mantenido para desprestigio de los
políticos pero en ese segundo nivel razonable porque se esperaba que el
problema de fondo fuera resuelto por lo que parecía una más que probable
imputación de la presidenta del Gobierno foral. Un problema de fondo, dicho sea
de paso, que no es sino el mantenimiento de un gobierno deslegitimado en el
Parlamento y sin aquel sustento social y político que le permitió constituirse
hace dos años pero que decidió deshacer ahora hace casi catorce meses ya a
través de un golpe político interno que, a estas alturas, nadie entiende por
qué no ha traído la consecuencia lógica de su dimisión.
Archivada
la causa contra la presidenta, y pasadas las primeras jornadas de exaltación
personal y partidaria, el Gobierno ha anunciado ya que, ahora más que nunca,
nada había cambiado y que, por tanto, rechazaría dicha proposición de ley. Es
el propio Gobierno foral el que vuelve a recordar que el Parlamento de Navarra
se ha convertido, a sus efectos, en un órgano enojoso pero sin consecuencias
sobre su capacidad de decidir. Que los acuerdos mayoritarios, de cualquier
índole, formarán parte de la historia archivada pero el Gobierno no se siente
obligado a cumplirlos. Que el poder legislativo de Navarra forma parte del
cuarto de insignias forales a respetar pero que la democracia también tiene
estas cosas.
Yolanda Barcina, presidenta de Navarra |
La
realidad es mucho más trascendental que esa guerra de tronos literaria y
televisiva, porque lo que está en juego no es ni tan siquiera la importancia de
los acuerdos que la mayoría parlamentaria adopte, sino la ignorancia que se
exhibe sobre el funcionamiento de la democracia parlamentaria y sobre las
decisiones que en el mundo occidental se suelen adoptar; entre ellas, la
negociación desde la discrepancia. A pesar del empeño del PSN-PSOE por acercar
el Gobierno al Parlamento y viceversa atendiendo políticas e iniciativas de
calado social, finalmente tendrán razón en que el Gobierno no desea recibir
propuestas del Parlamento, aunque finalmente se sume a ellas, porque desprecia
su contenido y hurta su obligación de desarrollarlas, incluso en aquellos casos
en que los diputados de UPN han dado su aprobación siguiendo el dedo del bastón
de mando de Barcina.
Es
inevitable preguntarse si en el caso de la proposición de Ley que, aunque se
apruebe, el Gobierno no aplicará respecto a los costes de empleo, alguien en
UPN ha valorado la consecuencia de su mensaje a la sociedad: Después de negar
que dicha reestructuración vaya a significar una desaparición de puestos de
trabajo, el anuncio de la oposición a la propuesta viene a confirmar la
sospecha de que, efectivamente, lo que la reforma oculta es diferente de lo que
se defiende. La deslegitimación supuesta del Parlamento para aprobar esa
proposición de Ley podría haber encontrado algunos argumentos, incluso más
ciertos, que no hagan sospechar a la sociedad Navarra de que no solo la
situación política en UPN es una jaula de grillos pese al cava de estos días
sino que, además, el Parlamento es inoperante ante la autoridad del Gobierno.
Con esta
perspectiva, es loable que el Parlamento de Navarra sea capaz de construir
iniciativas que cuenten con un respaldo mayoritario. Loable porque, como
señalaba Uxue Barkos, ese es el mínimo que puede esperarse de quienes fueron
elegidos en unas elecciones para tiempo de crisis. Pero incluso la importancia
de esa posibilidad de una oposición coincidente no hace menos grave el hecho de
que esos debates sirvan para llenar espacio en los medios de Comunicación
porque la vida política, la real, transcurre en el más incompresible marco de
excepcionalidad. No deja de ser una paradoja que Navarra esté gobernada por un
gobierno minoritario y sometido a sospecha social, un Parlamento proactivo que
no puede conseguir que sus acuerdos sean aplicados por el Gobierno minoritario
y que no exista una posibilidad cercana de tirar el muro que abre la puerta esa
calle donde puede estar la respuesta a esta paradoja.
Como en
los casos de corrupción, la sociedad tienden a ignorar las hazañas de una parte
de los representantes políticos y, de forma similar, puede incluso entretenerle
el espectáculo político de Navarra, en el que la mayor intriga ya no es cual va
a ser la decisión del PSN-PSOE sobre esa opción de un gobierno mayoritario al
actual minoritario, correspondiente con la correlación de fuerzas en el
Parlamento, no como el que preside Yolanda Barcina. La mayor crisis –la
superior a las otras- ya no será este juego de lanzas entre Gobierno y
Parlamento. La crisis más grave será que, abiertos todos los frentes, no ocurra
nada.
Es
comprensible la preocupación de Uxue Barkos. También la del presidente del
Parlamento de Navarra.
Publicado en Diario Noticias de Navarra 3 agosto 2013
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