Las cifras son garabatos, números sin alma.
Cada muerto en Santiago e
s un hachazo en las entrañas
ahí, donde la memoria hierve.
Cada rastro en la hierba
una pisada en la rua,
cada imos indo
una esperanza desplegada.
que el tiempo y el aire la cortan.
Pisar Santiago es estrujarse
para hacer hueco a lo mejor de los demás.
Y crecer hasta los campaniles
en una suerte de nueva vida
entre nubes bajas y el suelo de cristal.
Morir en Santiago es una puñalada de la suerte,
un despropósito más,
imprevisible,
siempre cuando más cerca vimos la gloria.
A ti que te quedas
te harán la ola los escalones de la Quintana,
la Parra extenderán las uvas para tu viaje
y las ventanas cerradas del muro
se abrirán para dejar salir las letanías.
En Santiago no se muere.
Se llega y punto, porque a vida e outra cousa.
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