domingo, 23 de septiembre de 2012

Euskadi, con valor


Es una auténtica crisis, no derivada de la económica, sino política. No es preciso magnificar las imágenes ni los números que vimos en Barcelona el 11 de septiembre, en la conocida Diada, para saber que en Catalunya ha cogido brío, un nuevo brío, diferente de aquel tarradellismo, el movimiento de una parte de la sociedad catalana a favor de la mayor expresión de su sentimiento de independencia o, si se pudiera decir, de la identidad explícita en cuanto a derechos y competencias; eso que suelen llamar encaje constitucional. No parece que estemos en el mismo escenario de hace unos años con los recortes (malditapalabra), estatutarios entonces, aunque los de ahora son igualmente ideológicos, pese a que las partes, todas, argumenten razones económicas. La dificultad nos hace más viejos que nuestra propia edad, pero nos deja ver elfondo a través de la hojarasca.


Es una nueva forma que se suma a otras ya conocidas de apelar al valor de lo propio y al valor de dirigirlo y esa reivindicación se ha apostado en el centro de la plaza, no desde la esquina temerosa apoyada en altavoces ruidosos. Y la desaparición de la violencia en Euskadi, contada aún en días, ha descorrido el velo de una de las grandes falacias que esa misma violencia ocultaba: todo es posible, hasta pedir la independencia con la palabra. Por eso, manipulaciones aparte, el eco de la Diada ha resonado con toda oportunidad en Euskadi y también con mayor magnitud que en ocasiones anteriores, más en un solo día que en años de gobierno tripartido en la Generalitat o que las proclamas ensolitario de los independentistas que formaron parte del mismo.

Hace unos meses, en aquel histórico Pleno del Parlamento vasco en que se aprobaba lacreación de la Comisión para la Convivencia, el lehendakari López afirmaba que “el fin de la violencia modula el futuro de país”. Tan así es, aunque sus palabras entrañaban un fin de legislatura indeseado, que hoy, convocadas nuevas elecciones en Euskadi y Galicia y Catalunya, por primera vez las tres nacionalidades históricas usan la misma herramienta: la política. No podía esperar Rajoy peor escenario ni los españoles y ciudadanos vascos más ilusionante reto.

A partir de aquí, ni Galicia ni Catalunya ni Euskadi necesitan una mano mayor de españolismo. Cada una tiene ya la que los ciudadanos quisieron incluir en la urna. El PSE-EE, que acaba de celebrar su Conferencia política preelectoral en Bilbao, se planta ante un lienzo en el que la palabra “valor” también determinará su futuro, porque Euskadi necesitará sobre todo una mano de gobierno social y firme. Esa soledad envenenada que se aventuró al PSE-EE ha permitido, en cambio, trazar la línea por donde caminar y, por fin, hacer una marca en el suelo por donde discurren las preocupaciones reales de los ciudadanos, que luego cada cual sueña con el dios que quiere.

En este periodo nuevo, casi constituyente para Euskadi en lo político aunque no en lo institucional, “Valor” es constituir un gobierno capaz de poner la política en el espacio que le corresponde en defensa de los intereses ciudadanos y generales, y que sean los graves intereses ciudadanos los que atraviesen de un lado a otro la actualidad y no las doctrinas de campanario. Valor para ser capaces de ajustar la cintura al cinturón y no dejarse partir por la mitad por el látigo de la ideología que la derecha esconde.

Conferencia Política en Bilbao
Tal vez fuese una ingenuidad pensar que, tras los últimos resultados electorales, el PNV no fuese a buscar el arrinconamiento del socialismo vasco. Pero la legislatura se cierra con el valor de haber puesto en el centro del hemiciclo la necesidad de un entendimiento fiscal entre los territorios, lo que nos habla más de competencias y menos de ideologías.

Lo que los ciudadanos reclaman hoy tiene nombres diferentes, pero, más que nunca, exigen un líder para un programa, un programa para un país, un país con viejos y nuevos valores desde la convivencia. Un solo país, Euskadi, con los máximos e iguales derechos y obligaciones en cualquier rincón de sus territorios. Esto si sería una nueva Euskadi, con valor para afianzar este nuevo tiempo, crear un espacio de acogida democrática, impulsar el desarrollo económico y el bienestar herido, potenciar y cohesionar una nueva malla social solidaria, financiada y eficaz, entrelazar la sociedad en un nuevo parámetro, el de la paz, fortalecer las instituciones y organismos representativos sociales que definen e identifican a Euskadi en el conjunto del Estado; continuar siendo, en fin, un país dereferencia de desarrollo, bienestar e historia.

Cabría añadir, con diferentes lecturas para hoy en la gran casa socialista y con mayor energía para mañana, que “la libertad es un valor supremo que cobija todos los demás y los relanza; la diferencia aceptada conduce a una mejor convivencia que nos enriquece”. También fueron palabras suyas, del lehendakari López, aquel jueves “Día 0”.


(Publicado en "ezkerretik ekintza" (ezkerretikizquierda.blogspot.com)

lunes, 17 de septiembre de 2012

Sólo un momento: Lo Público o Solos en el jardín


De diferentes profesiones, todos nos encontrábamos juntos en aquel repecho mÁs umbrío del jardín durante estos pasados días de caluroso verano. Habíamos dejado de lado en aquel coloquio de cinco personas las cuestiones laborales sabiendo que hace más de un año nuestro trabajo es una ola sin luna, un horizonte indefinido.

Cumplidos ya los 45 años, fuimos acomodando las inquietudes al día a día profesional y nuestra razón básica era el oficio y la eficacia de nuestra labor. Todos eramos empleados públicos de diferente nivel y modo de relación laboral pero todos comulgábamos con el afán de lo público: la base imprescindible de un Estado social de derecho que aúna dos conceptos, el del derecho colectivo como fundamento de nuestros servicios y la misión social de ese trabajo.

Nos preocupaba menos cómo aquilatar la silla al suelo, nuestra realidad individual al sísmico movimiento que se estaba produciendo. La ruptura del status quo no era económica ni de mayor dedicación. Su consecuencia más inmediata era el fin de ese concepto fundamental, el del derecho colectivo, y la conversión en negocio de nuestra razón vocacional: lo social.

De pronto comprobamos que nos habíamos quedado con la silla en la mano viendo donde situarla, con un jardín hundido y reseco a cientos de metros de profundidad y el eco de unas palabras: de lo social, lo posible. Hoy lo social, lo publico es lo imposible y ni hay debate; es el final de una batalla en la que no se perdona ni un resquicio.  

domingo, 16 de septiembre de 2012

Antes de que pase el día: La hora de las soflamas


La única certeza es que, hace ya bastantes días, uno se fue un rato del país sin despegar los pies, se alejó del runrún del volcán social que este país y encontró en el ferragosto la coartada para aflojar las ansiedades. Es una actitud mental sobre todo, pero algún efecto tiene. No escapas de nada pero lo parece. Como terapia parece que funciona. Por eso lo que algunos llaman “la vuelta” al curso vale únicamente para lo escolar, porque en lo demás seguimos donde estábamos. Aunque seria mejor decir peor de lo que estábamos: las incógnitas que se relatan sin ofrecer alternativa no son sino un aviso de mayores males y peores inquietudes, porque no tienen fecha y eso las hace más largas e intensas.

A este país le han quitado el andamio de los pies y cada uno pinta la fechada como le conviene o como puede en el fragor de la caída. Queremos pensar que no existe el vacío, que el suelo llegará o nosotros a él en algún instante que esperamos no lejano; y mientras vemos desaparecer por nuestro lado referencias históricas, afanes recientes y esperanzas en diseño, como el vaho de los cristales se deshace en gotas que parecen algo, pero cae hasta el alfeizar de las ventanas para dejar de ser.

Nada ha cambiado desde que agosto fue frontera mental entre el hastío y la continuidad de la angustia. Ha arreciado la incertidumbre de quienes gobiernan, se hace más notoria la voz de los que se quieren hacer oir frente a tanta “futuro” desconocido; ya notamos en los pies u los telediarios las brasas del otoño caliente que se anunciaba aunque aún falte tanto fuego para calmar el frío que nos han metido en el cuerpo y el que nos llegará poco a poco, porque así está anunciado. Y ni siquiera sobresale por encima de la bruma en que vivíamos el sonido prelectoral del País Vasco y Galicia. Si alguna vez el resultado electoral de Andalucía o Asturias tuvieron mayor significado, esta losa plomiza del gobierno del desconcierto de antes y ahora ya no permite pensar en votos, en políticas, ni tan siquiera en promesas electorales, esa quimera que de vez en cuando nos removía el cuerpo y la mente porque estábamos vivos, sensibles incluso ante el discurso falso.

Hay una letanía permanente, coral, a varias voces, no importa si discordante, que proviene del Gobierno del PP, que ha cambiado el anuncio del mal por el de no se cómo de mal, que ha descubierto que no es preciso anunciar más sino ejecutar porque el ruido de la respuesta tiene tono menor. Y en esa estrategia han llevado hasta el nivel del rumor solo lo que antes fue discurso de oposición. O es que tal vez hemos perdido la sintonía o el oído mismo.

Algo hemos avanzado. Además de ese 15-M, referente espontáneo adormecido, comienza a tomar cuerpo una protesta multicolor, territorial, sectorial y coordinada; ya no son solo los sindicatos quienes encabezan la protesta, ahora hay una coordinadora del slogan y del discurso contra esta tela de araña pegadiza, esta malla de gladiador que nos achanta y paraliza. Cabe la duda de si toda esa organización cromática de la amargura no terminará suplantando la fortaleza de la protesta; la presencia se apacigua, pero asegura el mantenimiento de la tensión durante un tiempo.

Cataluña lanza al resto del estado un mensaje ajustado a la música actual. Entona un antiguo himno de independencia con una nueva fuerza, una vez que en Euskadi ya no se reclama ruptura a humo del 9 largo, y en Euskadi alguien ha corrido para decir que es igual grito, igual himno, igualmente válidos, corriendo la cortina sobre el viejo escenario tan vivo aún. Unos y otros alzan la voz en pauta electoral aunque, en el fondo, la razón económica, el interés es el mismo, el argumento dual economía/independencia vale para diluvio o sequía pero encuentra tierra donde asentar su semilla, a los pies de un gobierno que salta en la intemperie mientras amaga con soberbia.

Euskadi y Galicia viven su precampaña, anticipada y larga como todas últimamente. Feijó pretende es el presidente de la Xunta que araña la eternidad fraguista porque la alternativa es el recuerdo del bipartito que aún se arrastra hecho pedazos desde Doiras hasta A Garda. El lendakari del País Vasco aspirante a lendakari pelea con la imagen ese tiburón llamado política que le arrastra hasta Madrid, imagen real o no que todos alimentan en voz baja y suena a disculpa cuando se desmiente. Tiempo de elecciones que impone silencio en las discrepancias internas y fuerza el encaje de cuerpos desmembrados.

Así es esta vuelta seis días ya del otoño, un paisaje de soflamas interpuestas, entrelazadas como voces discordantes en un horizonte tan incierto como antes de la ida, soflamas todas que rebotan contra ese cielo de crisis plomizo que se va descolgando sobre nuestro infuturo.


jueves, 6 de septiembre de 2012

Anes de que pase el día: El doble juego de la presidenta de Navarra con el Defensor del Pueblo


Sólo la desorientación política que atraviesa el Gobierno de Navarra, que preside doña Yolanda Barcina, permitiría comprender, que no aceptar, su propuesta de ahorro de la Administración Pública foral a costa cerrar la institución del Defensor del Pueblo/Ararteko. Y en pocas ocasiones como en esta tienen tanto significado los conceptos desorientación política, ahorro y foral.

Foto: E. Dijes. EFE
Es histórica la reticencia de la derecha a la existencia de los Defensores del Pueblo, sean uno solo como deseaba Enrique Mújica cuando lo era para toda España, o ninguno, como la presidenta de Castilla-La Mancha, María Dolores de Cospedal demostró con urgencia y premeditación pocos después de su toma de posesión para poner fin a aquella caterva de rojos escondidos en los despachos de la institución manchega. Ni siquiera fue fácil poner en pié la institución de la Defensora del Pueblo de Navarra, como bien conoce D. Alberto Catalán, entonces secretario general de UPN y actual presidente del Parlamento foral.

Esa reticencia a la presencia de los Defensores del Pueblo va estrechamente unida al deseo de los gobiernos de cualquier ideología a no sentirse vigilados, por lo que incluso no se ha dudado en situar “en el otro lado” a los titulares de las Defensorías, incluso a los y las menos sospechosos de proximidad ideológica.

La propuesta de la presidenta del Gobierno de Navarra, sin embargo, nace de una filosofía más enraizada: la de evitar en lo posible que las quejas ciudadanas sobre la mala o dudosa actuación de las Administraciones públicas tengan un cauce mayor de presencia y de eco que el cansancio y el aburrimiento en los propios pasillos de quien es responsable de dichas irregularidades cuando se dan. Se ollvida que de esa manera también se anula la capacidad de mejora de la propia administración pública, si esto fuese motivo de preocupación en este o cualquier otro caso.

No es baladí recordar que las instituciones del Defensor del Pueblo se crearon para la mejora de esa administración y que hubo y hay ejemplos fehacientes de la bondad de ese objetivo, como también otros de lo contrario, por inactividad de sus responsables o cerrazón de sus interlocutores institucionales o políticos, cuyas consecuencias solo pagan los ciudadanos. Y recordar asimismo que, salvo esas excepciones en las que el Defensor del Pueblo es valorado por todas las ideologías como patrimonio ciudadano y seguridad jurídica hasta niveles como los alcanzados en Aragón o Catalunya, sus presupuestos para la gestión de estas instituciones siempre han sido escasos y siempre dependientes de los presupuestos de los correspondientes Parlamentos, de quienes los Defensores del Pueblo son comisionados, en ningún caso de los Gobierno, salvo esas extrañas excepciones que Madrid se inventó con defensores/funcionarios que eran juez y parte.

El presidente del Parlamento foral de Navarra tiene en su mano las cifras y los recientes tajos al presupuesto de la Institución del Defensor en Navarra, como tiene en su memoria lo barato que fue crear desde el consenso político dicho organismo.

Hace pocos años todavía que la institución del Defensor del Pueblo de Navarra era la mejor valorada por los ciudadanos, incluso por encima de la temida Cámara de Comptos, lo que contribuía a dignificar aún más la imagen y valoración de su organo rector, el Parlamento, a veces tan denostado en esa tierra. Por eso, la propuesta del Gobierno de Navarra de dejar sin actividad al Defensor del Pueblo como quien cierra una ventanilla de venta de billetes de autobús solo cabe entenderse como parte de ese siempre inacabado viaje de Yolanda Barcina hacia el prometido espacio que tiene allí, junto a la bandera de la madrileña plaza de Colón, la que se cae de vez en cuando aunque la Sra. Cospedal la vigile con denuedo.

Todo ello forma parte de esta desorientación política desde la ruptura del Gobierno con el PSN, cuyas bondades, si las hubiera, corresponde ahora ensalzar. Salvar el bache de la minoría parlamentaria, de la minoría social y de un futuro electoral tan extraordinariamente abierto, cuando ya el PP ha mellado la propia cantera de UPN y clavado las uñas de la gaviota azul en las barras del escudo foral, es un escenario que exige cordura política, búsqueda de acuerdos para redefinir el futuro personal, incluso el de Yolanda Barcina, el de su partido y el de Comunidad foral navarra

Agredir los derechos de los ciudadanos más de lo que ya se hace por supuestas y absurdas razones económicas, siempre ideológicas, es una tarea tan de bajo nivel que solo sale de ella sin perder plumas la presidenta de Madrid, a la que todo le vale y poco importa. Pero Madrid es una Comunidad que adoptó hace muchos años la indefinición como seña de identidad y es sensato pensar que nunca como ahora Navarra necesita reforzar o buscar sus señas de identidad, sin hacerse sangre en el ombligo, pero con visión clara, y sin mirar hacia otro lado que no sea la propia Comunidad foral.

Incluir como razón de la crisis económica en Navarra la existencia y presupuesto del Defensor del Pueblo, incluso el actual, es un mal chiste. Pero, además, deja en evidencia el doble juego de la presidenta Barcina.

(Publicado en el diario Noticias de Navarra. (6/septiembre/2012)

domingo, 2 de septiembre de 2012

Antes de que pase el día: Pase de hoja


La retina como memoria:

Berlín

Memoria del holocausto
 Memoria
Este/Oeste

Escalera de Museo

Entre Museos


Acceso al Museo
Miradas sobre el holocausto


Ante el monumento al holocausto homosexual


Parlamento

El Muro que fue

Almería

Vera
Descanso

Apariencias

Hora tardía